miércoles, 9 de noviembre de 2011

ROMANCE DE LOS BELLACOS ( II )

--Nunca imaginé al de ojos glaucos y cejas circunflejas tan buen jinete, como para ir de Moncloa a Santander a lomos de un brioso corcel.
--Pues, ya ves, Gaudioso, fue montando en cólera, que se las trae; es brioso, pero con malas mañas, no es fácil de montar.
--Nunca lo hubiese imaginado en un hombre de su talante.
--El talante lo desechó por raído. Lo usó demasiado tiempo y lo tenía hecho unos zorros.
--Sí, la verdad, usó demasiado tiempo ese uniforme, sin cambiarlo nunca; mira que era pertinaz, lo vestía contra toda evidencia.
--¡Claro! Estaba raído y, además, está lo del olor a sudor añejo que se pega a los tejidos.
--Sí, Eloy, sobre todo en los sobacos y en la entrepierna. Hubiese sido bochornoso, en todo un Presidente de Estado, presentarse en Santander de esa guisa.
--Aunque fuese un Presidente de no continuidad,  que dijo él, hace unos días.
--Pues, ya ves, Eloy, en esa ocasión volvió a cagarla, como casi siempre; no era el momento de hacer esa declaración a un pueblo sumido en su cruda crisis. Así está pasando lo que está pasando.
--Es un hombre impredecible; en sus dos legislaturas no ha demostrado indicios de tener sentido común.
--Lo que yo digo, Eloy, al de los ojos glaucos y cejas circunflejas le cagó un golondrino.
--Tú crees?
--Y de los bravíos, para ser más precisos, cuando era político en ciernes, que es el momento preciso en que más apetecibles les son a los golondrinos bravíos. Después, pasa lo que pasa: piensan y actúan al buen tuntún, como a lo bobo; hablan por hablar, dicen paridas sin ton ni son, dicen y hacen incongruencias de forma pertinaz. Es un  cambio del carajo.
--Dime una sola incongruencia que haya hecho. Yo no recuerdo.
--Lo de congelar las pensiones, Eloy; que te la ha dejado estática, como mis propias circunstancias o las merluzas de Pescanova en navegación transoceánica.
--Para que se conserven; Gaudioso; además, dice que ahorró mil millones al erario público, que no es grano de anís.
--¿Qué son mil millones, Eloy, después de lo que despilfarró y despilfarra? Os congeló las pensiones porque los viejos estáis indefensos. Claro que, con las pensiones que os pagan, estáis vosotros como para comprar misiles.
--Aunque pudiésemos comprarlos, que no es el caso, él ha montado con los americanos un escudo antimisiles en Rota. ¡Para lo que iban a servir!
--La verdad, es que dice, que congeló las pensiones por insinuación de Obama, contra sus profundas convicciones, y porque Merkel le dio un beso y una podadera, made in germany, con las instrucciones de uso en alemán y, como no entiende el teutón, cortó por lo más débil.
--No le quedó más remedio, Gaudioso. Necesidad de los mercados.
--¿Ves cómo es una incongruencia? ¿Por qué no cortó las subvenciones a los partidos políticos, a los sindicatos, la promoción del Moratinos a la presidencia de FAO o la beca de Bibiana para colocarla en la ONU Mujeres? Hubiese ahorrado mucho más.
-- Los Sindicatos le hubiesen montado huelgas y eso le jode al padre de la “paz social”, aunque tenga los ojos glaucos.
--Si les quita las subvenciones, ¿con qué iban a costearse las huelgas? ¿Con las cuotas, que ni cobran? No te engañes, Eloy, con su propio dinero no tienen para cobrar sus emolumentos, comprar sus pancartas, sus banderas republicanas (ésa es otra, si son los falangistas los que sacan la del águila de San Juan, son unos ilegales; como ellos sacan la del abuelo Azaña, pues… ¡A joderse y aguantarles!). Con el de ojos glaucos y cejas circunflejas todo son incongruencias; le cagó un golondrino bravío, no hay otra.
--Pero… ¿Cuándo?
--Debió de ser cuando fue a Astorga a desbaratar el “Congreso de la Mantecada”, en el     que pretendían quitarle la secretaría de León. Le cagó el golondrino, dijo e hizo incongruencias y les cameló a todos. A tomar por el saco el motín y él a Cortes. Todo incongruente.
--¡Coño! Puede que tengas razón.
--Y la tengo, Eloy, y la tengo; y si no escucha, que la cosa tiene su miga.

ROMANCE DE LOS BELLACOS ( II )

Oigamos la incongruencia
que el líder nos ha soltado:
“Todo aquel, que diga hoy
que el bienestar he mermado,
(como Cristóbal Montoro
que ya me tiene muy harto)
no es más que un mentiroso
y un soberano bellaco”.
ZP, montado en cólera;
furioso equino, piafando;
baba y grito sobre el micro;
las coces sobre el estrado
y, sobre el suelo español,
los millones de bellacos
que dicen lo que Montoro
y lo tienen comprobado
en carne propia y ajena,
se quedan alucinados.
Acojonado quedé
viendo, en el telediario,
un ZP, espumeante,
gritando como un corsario,
llamándome, nada menos,
que mentiroso y bellaco.
Bellaco, yo, por dudar,
aunque dudar es humano,
que mi bienestar social
en realidad fue al carajo.
Bellaco, yo, por decir
como el Ignacio Camacho,
dirigentes sindicales
y también los afiliados,
militantes socialistas,
portavoces, diputados,
nacionalistas del trinque;
y el total de funcionarios,
que son unos pocos menos
que la legión de parados.

           (Continuará…)

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