viernes, 17 de julio de 2015

ROMANCE DEL RECONOCIMIENTO (Memoria Histórica de nuestra democracia)

Admito que no nací
a la orilla del Nervión;
pues no merecí nacer
ni el Bilbao, ni alrededor,
por ser un hombre normal:
simplemente, un español.
Sin duda, podrás negarme,
Arzalluz, la condición
de mi derecho a decir
lo que rumio en mi interior,
porque, en realidad, a ti
eso te importa un cojón.
Arzalluz, yo sé que Euskadi
es al cielo muy anterior,
porque primero fue el vasco
y, después, éste hizo a Dios.
Sé que a nacer en Bilbao
ni el mismo Cristo atrevió;
que, pudiendo, no lo hizo
por ser razón superior
ser uno más de los hombres,
normal y sin distinción.
Se preció de ser humilde
y, aun siendo Hijo de Dios,
no quiso usar privilegio
de estatuto superior
ni ser juzgado en Bilbao;
pues no habría crucifixión
para un hijo de la tierra
ni, tampoco, redención.
Y viniendo, como vino,
de su Padre Embajador,
a redimir a los hombres
en la cruz por el perdón,
fuera agua de borrajas
toda divina labor,
ya que un vasco sólo tiene,
por juez, a Setién y a Vos.

Eso lo sabe Setién,
como también sabéis vos,
y, por consiguiente, ahora,
ni obispos, ni religión,
ni cátedras de conciencia,
ni misas con su sermón
en los sepelios etarras
de la mies segada en flor.
Nunca admitiré a Setién
ejerciendo de pastor,
que es lo suyo, por los montes:
  (sólo ovejas, tú el castrón)
con báculo patriarcal,
y un púlpito superior
justificando a los vascos,
que siempre tienen razón,
pues, aunque maten, lo hacen
con el permiso de Dios.

También reconoceré,
Arzalluz, pues es razón,
que nacisteis para ser
líder y libertador
de Euskal Herría completa.
Por terminar la opresión
que ejercen Francia y España
y que Roma no ejerció,
seguirás dando el coñazo:
diciendo sí y luego no,
criticando al terrorismo
y protegiendo el terror,
jugando con dos barajas,
como el tahúr más felón,
una a la luz de la luna
la otra, a la luz del sol.
Tú, que en la trastienda ejerces
de mastín azuzador
de dobermanes sangrientos;
mientras a la luz del sol
demuestras esa templanza
de honesto negociador,
nadas y guardas la ropa
y arrimas hasta el fogón
siempre tu propia sardina
para que se ase mejor.

Antes de ti, pasó Arana,
Don Sabino del Cojón,
todo un cesto de idioteces:
mitos de tono menor,
verborrea insostenible
en la mínima razón,
mensajes de genes puros
de una galaxia exterior
anterior al propio mundo.
¡La madre que le parió!
Sirvió la mesa a los necios;
tú te diste un atracón
y vas, con el vientre suelto,
abonando un campo en flor
con mitinesca colitis
de autodeterminación,
por conseguir una patria
donde sólo mandéis vos:
mesías, que anunció Arana
en txakolí, del peleón;
no es raro que andéis de ebrio
y líder libertador.

Reconozco no ser digno
ni merecer el honor
de ser discípulo tuyo.
Me parieron en León;
y alistarme, de maketo,
no me ofrece tentación.


                                   ( 11 de Abril de 1998)

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