jueves, 2 de febrero de 2012

ROMANCE DE AMOR Y ODIO

¡Qué poco duró el idilio! Los amantes ejemplares del amor infinito, por un quítame allá esas pajas de intereses personales, que el poder es muy goloso y los chollos tentadores de por sí, vinieron a terminar su idílico himeneo como el rosario de la aurora. Tras salir el “gallo” de las elecciones, como el de “morón”, sin pluma y cacareando, la doncella vio menos azul a su príncipe y basándose en la ley de igualdad de sexo (inventada por los Reyes Católicos con aquello del “tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando”) y puesta en práctica por sus amigas, las lumbreras socialistas, Leire Pajín y Bibiana Aído, sacó del refajo una navaja albaceteña de quince muelles y empezó a buscar los entresijos del otrora “príncipe azul” por mor al partido.
Si es que la cosa no podía durar. Si hasta Gaudioso lo venía venir. En fin, el próximo fin de semana terminará esta lucha de amores, odios y confrontaciones sibilinas. ¿O… no?

ROMANCE DE AMOR Y ODIO

Todos aquellos mimitos,
arrumacos y sobeos;
todos aquellos decires
de me quieres y te quiero;
tengo el corazón florido
en flores de sentimiento
que, si tú me quieres mucho,
yo a ti mucho más te quiero.
Tengo el corazón ardido
y es una hoguera mi pecho;
amor que no ha parangones
porque será amor eterno
por la gloria del Partido
y porque cojas Gobierno,
que un montañés de Solares
le deja a Rajoy pequeño.
El amor sufrió ventiscas;
sufrió un helor traicionero
que vino a pudrir en odios
a causa de viles celos
y un amor, que era sublime,
se fue por el vertedero.
Son las cosas del poder
que envenena, por veneno.
Hoy, la lucha es singular
y los puñales traperos
se buscan los entresijos,
por extraños recovecos,
para verter las entrañas,
del otro, en el sumidero.
Aquel amor ejemplar
que era envidia de peperos
porque nunca entre sus filas
hubo amores tan excelsos;
alimentó la unidad
de los votos más dispersos
en aras del Cantabrón
que pretendía el Gobierno;
hasta el tímido Rajoy
se vio arrojado al infierno
de un fracaso insospechado,
producto de este himeneo.
Mas, la cosa no salió
y fue un desastre el recuento
de los votos en las urnas
de aquel veinte noviembrero.
El tálamo se quebró
y vertió en el sumidero
la declaración de amor
por culpa de aquel recuento.
Surgieron desavenencias;
la ley de igualdad de género
daba los mismos posibles
a Julieta que a Romeo
para ejercer los poderes
y ésta reclamó un Congreso
y los deudos decidiesen
quien hereda a Zapatero;
pues si Romeo es un líder
Julieta es más, por lo menos.
Luego, dimes y diretes:
que si hubo asuntos de cuernos;
que si la niña era díscola;
que si el doncel era viejo;
que si Julieta era estrecha;
que si Romeo era un muermo
que en el tálamo dormía
en lugar de usar derechos;
que si le tenía jurada
cruel venganza por el veto
cuando ella pretendió
hacer el mismo Congreso
y votasen afiliados,
en igualdad, su derecho
de aspiranta a Presidencia
que dejaba Zapatero.
Una lucha soterrada,
una guerra a cielo abierto
y, por los cielos de España,
vuelan los dardos certeros;
a él le persiguen los bajos,
a ella le buscan los pechos
y navajas de Albacete
ansiosas de abrir los cueros
de espacios intercostales
a quien distraiga primero.
En fin, que entre amor y odio
el espacio es muy pequeño,
sobre todo si el poder
y el chollo anda por medio.

Madrid, 2 de Febrero 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario