lunes, 6 de febrero de 2012

ROMANCE DE LA HISTORIA

--Buenos días, Gaudioso. ¡Cuánto tiempo sin aparecer! Te he echado de menos.
--Veo que soy importante para ti. Yo pensé que no me echarías en falta.
--¿Por qué me dices eso? Tú sabes que me complace, sobremanera, tu presencia. A fin de cuentas, eres mi hijo.
--He estado dedicado a mi deporte favorito.
--¿De qué deporte se trata? Nunca te imaginé como deportista.
--Pues mira, Eloy, de tanto permanecer nonato en el claustro materno de mis propias memorias, he terminado por aficionarme a la natación artística en el líquido amniótico.
--¡No me digas!
--Pues te lo digo, porque es cierto; no se me da nada mal; practico mucho.
--Bueno, Gaudioso, me parece bien; en algo hay que entretenerse. Aunque he visto que has estado subiendo algunos de tus “romancillos coñones” a mi blog. Podías haberme pedido permiso; ya que soy el responsable del blog.
--Pero, como coincidimos tanto en nuestras opiniones, pensé que no te importaría. Además, ¿qué quieres? Con la murga que estaban dando los dichosos candidatos a la Secretaría del PSOE, no podía reprimirme. Mira que se hicieron una campaña un tanto mastuerza y barriobajera. Después de la declaración de amor infinito en la Campaña anterior, de los besos, mimitos y arrumacos, yo no esperaba tanta alusión viperina y tanto navajazo a los fondos y entresijos; No se han tenido ninguna consideración como compañeros oponentes.
--Si, Gaudioso, a fin de cuentas, los dos decían perseguir lo mejor para el Partido.
--¿Tú crees? Yo estoy convencido de que lo único que les importaba era el poder. Es que eso de mandar y que todo cristo achante la muy y obedezca, mola que no veas. Además, el ganador podía colocar a todos los amigos personales, por aquello de la confianza. Ya sabes. Después del recuento, vi a la Karma con las congojas floreciéndole en las mejillas y me dio una pena… Pero, para los viejos socialistas resulta mejor Rubalcaba. La Chacón podía haberlos hecho pacifistas para los restos y eso no es bueno, porque los españoles somos pendencieros por genética histórica y, de vez en cuando, necesitamos desahogar nuestra belicosidad intrínseca; que, también, relaja lo suyo. ¿No crees?
--La verdad, Gaudioso, es que, como Ministra de Defensa, hizo una labor encomiable, consiguió lo que no pudo hacer Aznar, el belicista, que mandó nuestros soldados a la guerra de Irak a pegar tiros a diestro y siniestro; según ella, una canallada.
--Ya ves la diferencia, Eloy; ella ha mantenido unos miles de soldados, armados hasta los dientes, como misioneros de los derechos humanos, aunque no les deje que hagan conversiones a nuestra religión porque es agnóstica y no cree ni en Dios; solo en Zapatero. Nuestros soldados no han muerto en Afganistán por motivos bélicos, han caído en negociaciones bilaterales por motivos de incomprensión y argumentaciones no convincentes; víctimas orales por conceptos opuestos y diatribas mortíferas (como las que se lanzaban ella y Rubalcaba, pero mucho más dañinas). De ahí que las víctimas eran condecoradas con la “medalla al mérito” con cinta azul, por los motivos antedichos; pero nunca con cinta roja como caídos, como héroes, en una guerra declarada. Ella se vestía el uniforme de la más absoluta com-punción, fletaba un avión de las fuerzas armadas y repatriaba los cadáveres con verdadero sentimiento de condolencia a los familiares de los caídos a causa de argumentos irracionales. ¡Pobre muchacha! Zapatero la metió en sus guerras mudas e hizo su labor, como pudo, en aras de la “Alianza de las Civilizaciones”. Y es que hay Talibanes muy suyos, difíciles de convencer.
--La Ministra Chacón debió tener en cuenta nuestra historia que nos ha hecho como somos.
--Y… ¿Cómo somos, Eloy?
--Pues verás, Gaudioso.

ROMANCE DE LA HISTORIA

En este país de lidia,
donde la memoria alcanza,
siempre hubo luchas y guerras,
siempre peleas y batallas;
hubo sangre por los ríos
y sangre por las montañas;
la mala leche y la envidia
siempre fueron cosechadas,
a pesar de inundaciones
o sequías prolongadas.
Puede que trigo no dieran
nuestras tierras agostadas;
que escaseasen verduras
y frutas de temporada;
pero, lo que es mala leche,
mala uva, mala baba,
mala querencia al vecino,
las envidias soterradas,
han florecido esta tierra
desde épocas arcanas
y las hostias, por doquier,
siempre inundaron el mapa
de Hispania, según romanos, y
desde hace siglos, España.
Los Iberos discutían
sus diferencias a maza;
después, vinieron los Celtas
que manejaban el hacha
para cortar las cabezas
como se cortan las ramas;
más tarde, fueron Romanos
que, con sus cortas espadas,
hacían el mismo trabajo
y, además, acuchillaban.
Estos trajeron cultura:
acueductos y calzadas,
circos, teatros y villas,
y, en moda, la minifalda.
Cuando llegaron los Hunos
se acabó la “pax romana”.
Después, llegaron los Godos
y también con mala entraña,
ocupando, a sangre y fuego,
todas las tierras de Hispania.
Rodrigo, el godo, fundó
turística agencia en África
y, al frente, puso a Don Opas
que trajo moros a manta.
Fue Don Rodrigo a cobrar
las facturas impagadas
y, en lugar de oro, probó
el filo de sus espadas
que ellos llamaban alfanjes,
para el caso, cimitarras
y cortaban que no veas
por debajo de las barbas.
Fueron ochocientos años,
fueron las guerras muy largas:
los moros contra cristianos,
Castilla contra Navarra,
Córdoba contra Santiago
por unas putas campanas;
hasta que Isabel echó
a Boabdil de Granada
por no pagar alquiler
de la Vega y de la Alambra.
Deuda Histórica dejó
que, después, Chaves cobraba
por gracia de Zapatero
para mangancias variadas.
Tantos siglos de trasiego
de semen por esta España,
unas veces por las buenas,
otras veces por las malas,
vino a hacer un mestizaje
de gentes encabronadas;
eran precisas las guerras
para desencabronarlas.
Por eso, a unos franceses
que por España pasaban
para alcanzar Portugal
y allí actuar por las malas:
quería Napoleón
hacer algunas jugadas
de bacarrá en el Casino
de Estoril, muy amañadas.
Por causa de transeúntes
llovieron hostias a manta
y regresaron los muertos
a las campiñas de España.

(Madrid, 5 de Febrero de 2012)

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