jueves, 26 de enero de 2012

ROMENCE DE LAS TORMENTAS ( III )

--Me dejas anonadado, Eloy; o sea, que el tal Rafael Rosendo no era un indigente total, que no tenía ni para comer las hierbas que arrojaba el sabio calderoniano.
--No, Gaudioso, para el tal Rosendo, como tú dices, era una renta de subsistencia igual a la que concedían a otros muchos trabajadores en paro con edad de prejubilación y difícil reinserción laboral. Alega que él no es un intruso, como otros, en el ERE de la empresa Cydeplas, porque él nunca había trabajado en dicha empresa.
--¡Coño!, Pues, precisamente, por esa concreta circunstancia, el tal Rosendo viene a ser un intruso de pleno derecho como la copa de un pino.
Si hubiese trabajado en esa empresa, podría ser una subvención ilegal o irregular; pero no de intruso con malas artes, ¡Vamos, digo yo!
--Es que hay andaluces muy ocurrentes; no te puedes imaginar la cantidad de jetas que inventan ocurrencias sofisticadas para vivir de “puta madre” sin dar un palo al agua.
--¿Cómo, cuáles?
--Pues por decirte alguno, así de pronto, los consejeros; en cuanto estos elementos tienen un pariente o amigo con un cargo, como Concejal de Ayuntamiento, que no es gran cosa, se pegan al riñón del interfecto como lapas, no creas, y viven divinamente, sin rascar bola.
--Pero… ¿Es así de fácil? ¡No jodas, Eloy!
--Pues sí, Gaudioso, así es por desgracia para los demás contribuyentes que somos unos cuantos gilis pagadores de estos excesos. Como se meten en las listas electorales, a codazos, por el hecho de que son afiliados y tener carné del partido, sin tener ni puñetera idea de nada, cuando son elegidos en las urnas y les asignan una responsabilidad municipal, no les queda más remedio que nombrar consejeros por si alguno entiende del asunto.
Gaudioso quedó un buen rato en silencio con esa expresión de discurridor profundo que pone ZP cuando le hacen una pregunta sobre la crisis, que tardó años en admitir. De pronto, cambió su expresión de pensador profundo por la de descubridor de cosas insólitas; se le encendió la bombilla de bajo consumo, regalo del Ministro Sebastián, y exclamó.
--¡Eureka! Ya lo tengo.
--¿Qué es lo que tienes, Gaudioso? Si puede saberse.
--Está más claro que el agua clara, Eloy; como el cargo de consejero, por narices, ha de ser de confianza, porque nadie va por la calle dando consejos a desconocidos que se pueden ofender y hasta se cabrearían y le mandarían a freír espárragos, pues vienen a elegir entre parientes y amigos en los que sí confían.
--¡Coño, Gaudioso! Has entendido el asunto perfectamente.
--¿Hay muchos Consejeros?
--Incontables, Gaudioso, como el número de tontos que pretendió contar el Sabio Salomón y quedó exhausto, sin conseguirlo; concluyó con aquella sentencia “númerum stultorum infinitum est”; en realidad, él lo dijo en arameo, pero yo lo leí en una traducción latina. Desde aquel entonces lejano, la humanidad ha venido a crecer en miles de millones.
--¡Claro! Ergo, el número de los tontos habrá crecido en la misma proporción.
--Es lógico, Gaudioso, no iban a ser menos que los otros; tienen derecho a conservar la especie, por ley natural.
--Y… ¿Dices que el número de consejeros viene a parecerse, en cuantía, al de los tontos? ¿Tantos?
--O más, Gaudioso, o más. Sólo ZP, según los que saben, tiene unos 650, que nos vienen a costar un riñón al erario público.
-- A escote, todo es barato; pero son muchos consejeros, Eloy.
Mi entelequia volvió a sumirse en una meditación profunda, tan profunda como en las que vino a meterse San Ignacio, por lo menos, según pude observar, y un profundo silencio, por no hacer de menos al silencio. De pronto, se le vino a encender la segunda bombilla de bajo consumo (por lo visto a él sí se las regaló el Ministro Sebastián; yo las sigo esperando). Rompió su silencio (y mira que era profundo) y volvió a la realidad con una segunda exclamación.
--¡Coño! ¿Para qué acaparó tantos consejeros? Total, para la mierda de gobernación que ha venido haciendo, con dos o tres se arreglaba, digo yo. Serían menos gravosos a ese “dinero de nadie”, que se parece tanto al que te restan de la pensión congelada. Mira, Eloy, he hecho un rápido cálculo y, si quitamos fines de semana, puentes, fiestas de guardar, vacaciones y “días moscosos” que disfrutan los funcionarios, me salen a un consejo por barba y legislatura. ¡Vaya trabajo que tienen esos alipendes!
--Así es, Gaudioso. Algunos tienen demasiados amigos y parientes.
--Por lo visto, tiene que ser eso, Eloy; con cuatro años que tiene un consejero para pensar un buen consejo y madurarlo, podrían haberle dado alguno bueno y no dejarle expuesto a continuas rectificaciones y a decir gilipolleces, como “la tierra no es de nadie, es solo del viento”; los miembros del Consejo Europeo se debieron descojonar por lo bajini. ¡Qué patochada en todo un presidente de España! Lo de los Consejeros, ¿tuvo que ver con las tormentas andaluzas?
--Pues, posiblemente, Gaudioso; porque hubo sus más y sus menos entre gerifaltes del PSOE andaluz y las decisiones de Griñán vinieron a ocasionar despidos y deserciones.
--¡No me digas!
--Sigue leyendo, Gaudioso, y te irás enterando.

ROMANCE DE LAS TORMENTAS ( III )

Sale Griñán, en Sevilla;
hecho todo un pollo pera:
destituye al Delegado
de Cádiz, por peteneras,
y se queda tan ufano
pues éste no es de su cuerda
y no quiere topos dentro
cuando se suba a la cresta
de las nuevas elecciones
que se presentan inciertas.
No previó que Pizarro
esto lo tuviera en cuenta.
Solidario con Almagro
le devolvió la Cartera
de Justicia, que era escasa
por lo que Griñán hiciera.
De nuevo, ha cambiado el tiempo
y revienta otra tormenta
con fuga de Periñán,
Manuel Brenes y Reguera,
solidarios con Pizarro
y que también se escaquean.
Por si fuera poca la lluvia
que traía esta tormenta,
viene Alaya, de riada
exigiéndole las cuentas
de subvenciones y ERES
en maquinación secreta;
que diez años han durado
y otros cien durado hubieran
si esta Juez, muy responsable,
no empieza a mover la mierda.

(Continuará…)

No hay comentarios:

Publicar un comentario