jueves, 8 de septiembre de 2011

ROMANCE DE TIERNO GALVÁN

El domingo tenía que resultarme un  día tonto, después de la larga vela de la noche anterior. No pude pegar ojo hasta las seis y media de la madrugada, cuando los chivos bravíos y ebrios se  fueron retirando, como hacía Julio Cesar con sus Legiones, a lo que se llama cuarteles de invierno, o sea, a dormir sus respectivas borracheras, y yo pude retirarme al catre con mucho sueño y la misma cantidad de cabreo.
Gaudioso, también, estaba con los ojos enrojecidos y cara de pocos amigos.
--¿Cómo te encuentras, Gaudioso?
--Pues, ¿qué quieres que te diga? Estoy molido, me duele hasta el cordón umbilical. Es que no hay derecho. No me acostumbro a estas jodidas noches del botellón.
--Lo mismo me pasa a mí. Cada vez lo paso peor. Cuando empezó todo este rollo de la movida, hasta me hacía gracia. Cuando yo era joven; a sea, Gaudioso, cuando yo era “yo y mis circunstancias”, tenía más vitalidad y me reponía mejor de mis insomnios; pero ahora, que he venido a ser “yo y mis pastillas”, estas jaranas ajenas me dejan molido para media semana. Lo peor es que cuando me empiezo a sentir normalizado, vuelve  otro fin de semana y, por consiguiente, otro jodido botellón.
--¿No hay forma de parar estos cirios? ¿Qué hace la policía? ¿Por qué nunca aparece por el parque y manda a estos multitudinarios borrachos a su casa, para que podamos descansar los vecinos?
--Lo ignoro, Gaudioso, seguramente el difunto alcalde de Madrid, Don Enrique Tierno, dejó este asunto atado y bien atado, metiendo algún artículo, en secreto, en la Constitución Española y ya sabes que la Constitución, de momento, en intocable. Seguramente al Ayuntamiento no le queda más bemoles que transigir y que los vecinos se jodan estas noches.
--¿Estás seguro, Eloy,  de que los derechos de estos libre actuantes es constitucional?
--No puedo contestarte a esta pregunta. Yo leí la Constitución cuando fue aprobada en referéndum; después, no he vuelto a leerla.
--¿Tú, Eloy, conociste a Tierno?
--No, personalmente, no le conocí; pero siempre he conocido los árboles por los frutos que dan. Los Socialistas le han considerado siempre como un “genio ilustrado”; le llamaban en ilustre profesor. Yo no estoy tan seguro; la verdad es que embelleció la ciudad y creó varios parques; pero, lo mismo que González y Zapatero crearon los parados para después presumir de darles subsidios sociales (que es lo suyo), Tierno creó los parques y después los borrachos para enmierdarlos.
--¡Joder con el previsor!




ROMANCE DE TIERNO GALVÁN


Tierno, que te quiero tierno,
Tierno, alcalde y catedrático,
Tierno, que dejó Madrid
de pocilga para guarros
con eso de la Movida
que creó entusiasmado.
Jóvenes a la movida
y la moral al carajo
que el joven debe ser libre;
no como en tiempos de Franco
que obligaba la moral
y la educación, de paso.
Jóvenes a la jarana
y juerga, de vaso en vaso,
la voz en grito estruendoso,
música por todo lo alto,
que los vecinos se jodan
y que duerma poco rato
que el que dormita no vive
y mañana no hay trabajo.
Así surgió el “botellón”
y Tierno lo fue alentando,
pues quería que Madrid
fuese de alegría el faro,
el asombro de esos mundos
morales y recatados,
ésos que privan al joven
hacer de su capa un sayo.
Tierno, de feliz memoria,
fue un alcalde adelantado
y, como buen progresista,
llenó Madrid de borrachos.
Tierno, maestro eminente,
Tierno, filósofo basto,
Tierno, promotor de parques
y cerdos para enguarrarlos.
Fue la Movida su logro,
noche de viernes y sábados:
botellón, jarana, bronca,
toca culos, mete manos,
vomitonas por las calles,
excrementos y meados
por aceras y portales
y por céspedes cuidados.
Inventó la juerga etílica
y la moral al carajo.
Dejó un Madrid, diferente,
inundada de borrachos.


          (Madrid, 20 de Junio de 2011)

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