lunes, 28 de octubre de 2013

ROMANCE DE NARCISÍN

Felipe tenía un jardín
que cuidaba con esmero;
en él, criaba capullos:
los capullos puñeteros
que mantenía en su puño
ya que él era el primero;
algo así, como un “mesías”
o un Presidente, en eterno.
Él con poder absoluto,
cultivaba este terreno:
en un parterre especial
tenía a sus predilectos
y, cuando tuvo ocasión,
los enchufó en su Gobierno;
eran la flor y la nata
de capullos puñeteros.
La verdad es, que entre rosas,
algún cardo borriquero,
también, algún que otro nardo
y un Narcisín postinero
que, con pinta de cuitado,
decía tenerlos de acero.
En larga vida política
siempre lució de lucero:
fue Alcalde de Barcelona;
luego, ocupó el Ministerio
de una Guerra efectiva
que se celebraba lejos;
Fue un Ministro peculiar:
democratizó el Ejército
y, como tenía el CESID,
husmeaba por agujeros
a todos los españoles
y al mismo Rey, entre ellos.
Al estar tan bien armado
y disponer del ejército,
le hizo Vicepresidente
Felipe de su Gobierno.
Figuraba y reemplazaba
cuando el Presidente lejos
y facía sus gestiones
con la dureza de un tierno;
pero nunca fue elegante
ni aprendió a ponerse el terno,
como es debido en un Vice,
ni aquí, ni en el extranjero
y parecía un mindundi,
pero con poder tremendo.
Narcisín era melómano;
en el piano, era un maestro
cuando interpretaba a Bach
o tocaba un minueto;
aunque en Sonatas y Fugas
nunca resultó un experto,
tocaba bien “Para Elisa”
y, aunque ponía sentimiento,
Elisa, que era muy suya,
no quiso venir a verlo
por si Narciso, a lo zorro,
le fuese a sobar los senos
como hizo a Marta Sánchez
cuando el Ministro mostrenco,
allá, en la Guerra del Golfo,
de golfo, le sobó el seno
y Marta le contestó
con un hostiazo tremendo.
Fue un suceso hilarante
que comentaron los Medios:
revistas del corazón
y periódicos más serios.
Así, entre pitos y flautas,
fue a salir del Ministerio.
Dejó sin piano a González
cuando hacía sus festejos
compartiendo en “Bodeguilla”
con amigos, que eran siervos,
una variedad de platos
y buenos vinos añejos,
algún centollo que otro,
más asados de cordero,
partidas en el billar
y riendo chistes viejos.
Quedó “Bodeguilla” huérfana
del virtuoso teclero
que se marchó a Barcelona
a hacer de lo malo bueno.
En la Catalunya Caixa
sus antiguos compañeros
del PSOE Catalán
le dieron un chollo-puesto,
como fue la Presidencia
del Banco y sus Consejeros;
tenía cincuenta y tres
porque abundasen consejos,
ya que ven más los cien ojos
que ve un  miope confeso.
A la Catalunya Caixa
él nunca iba de teclero;
él iba a bien presidir
a unos chorizos selectos
y, por ir de vez en cuando,
se puso dietas, en euros,
que las quisiera Felipe
cuando presidía el Gobierno
o asesoraba al Slin
por esas tierras de Méjico.
Ciento  treinta y siete mil
se puso de dieta, en euros,
que, asistir por asistir,
sin percibir ningún sueldo
es cosa que solo hacen
los tontorrones y menos.
Un día cambian las normas
y Narcisín, que es despierto,
doscientos cincuenta mil
vino a aplicarse de sueldo.
Trescientos ochenta y cinco
y, de pico, setecientos
vino a fijarse Narciso
por ir a algunos Consejos.
Cuando les pilló la crisis
la Caixa estaba en los huesos
y el FROB, para subsistencia,
les dio en millones de euros
los mil doscientos cincuenta,
que es un montón de dinero.
Estos linces del carajo,
viendo la lluvia de euros,
no anduvieron con pamplinas
y se engordaron los sueldos;
las primas, por si salían;
si el futuro fuese incierto
se hicieron Plan de Pensiones
que no gastarían sus nietos.
Hoy les llaman de la Audiencia
pa que expliquen los manejos
que el juez considera robos,
latrocinios, más o menos,
y piensa fuera de Ley
los acuerdos del Consejo.
Entra en la  Sala Narciso
con el su arrugado terno
decidido a contestar
cuanto le fuese ocurriendo
pues, la verdad, ocurrente
es Narcisín, en plan serio.
El juez, que había leído
unos informes obscenos,
le comenta a Narcisín
que escuchaba poco atento:
--“De reprobables y espurios
veo estos sucios manejos
que, estando en ruina la Caixa,
hicieron en el Consejo”.—
Narcisín, mirando al juez,
empezó a contarle el cuento:
--“Yo no fice cosa alguna
que cumplir los reglamentos.
Mi cargo era funcional,
pues no tenía ni sueldo;
la autoridad radicaba
en Dirección y Consejo;
por “Obediencia Debida”
yo me engordé los ingresos;
ya que allí todos lo hacían
no quise hacerles de menos”--
--“¿Me dice  usted, Don Narciso,
este cuento en plan serio
o es que ,usted, me está tomando
por el pito del sereno?”.--
--“Es que es la pura verdad
y, como tal, se la cuento.
Que se lo cuente  Todó;
los dos venimos de acuerdo.
Como otros bancos subían
a sus rectores los sueldos,
decidimos que, en conciencia,
debíamos subir los nuestros;
no fuese que se marchasen
nuestros buenos consejeros
a aconsejar a otros bancos
que ofreciesen más dinero”.--
--“¿Los que llevaron a ruina
la Caixa, dice, eran buenos?
pues si llegan a ser malos,
la bajan a los infiernos.
De momento, les imputo
por sinvergüenzas tremendos,
por chorizos elegantes,
y por venirme con cuentos.”.--
Adolf Todó y Narcisín
salieron de allí contentos
porque el juez aún no les dio
la cárcel de alojamiento.
La Caixa en la puta ruina;
ellos robando el dinero
que les adelantó el FROB
y que eran dineros nuestros.


     (Calpe, 24 de Octubre de 2013)

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