miércoles, 2 de mayo de 2012

ROMANCE DE TOROS Y SANGRE

ROMANCE DE TOROS Y SANGRE

¡Qué no quiero verla!
Que no quiero ver la sangre
de Chaves sobre la arena
en una tarde de Agosto,
justo después de la siesta,
frente a un cornúpeta cruel
en la corrida cruenta
donde títulos no importan,
ni si ese fajín le aprieta,
ni si ha perdido el estoque,
ni si no encuentra muleta.
Sólo, frente a la verdad
que es una verdad cornúpeta.
Noche de luna de plata
como la que Lorca viera
besando los olivares
y peinando sus guedejas.
Noche de luna de plata
con su cinturón de estrellas,
noche de viento y murmullo,
noche de carnestolendas
que parirá un nuevo día,
pero será de Cuaresma
que es tiempo de privaciones
y es tiempo de penitencias.
¡Que no quiero verla!
Que no quiero ver la sangre
de Chaves sobre la arena.
Trae el viento los murmullos
con las verdades a medias:
lo que uno dice que es cierto,
otro jura por su suegra
que son mentiras, basuras
que siembra Javier Arenas;
si lo que dice no es cierto,
que se le muera la suegra.
( Mala querencia le tiene
a la madre de Manuela ).
Hasta el propio Rubalcaba
sale, a cara descubierta,
y segura que por Chaves
mete su mano en la hoguera:
de acrisolada honradez
y sincero, aunque nos mienta;
le apoya todo el Gobierno
por presunción de inocencia.
¿Cuándo habrá dicho verdad
el Rubalcaba, en conciencia?
¡Que no quiero verla!
que no quiero ver la sangre
de Chaves sobre la arena.
Tarde de correveidiles,
de marujas indiscretas,
narradores de secretos,
descubridores de cuentas,
urdidores de manejos
y chismorreos de prensa.
Los vientos huracanados
traen, en brazos, nubes negras:
nubes de negros presagios,
nubes de crueles tormentas,
nubes armadas de cuernos
que quieren pisar la arena.
Ya mugen, entre encinares
y afilan sus cornamentas
toros de negro azabache
al pie de Sierra Morena:
( finca de Curro Jiménez
y del famoso Juan Guerra )
donde, el uno, a trabucazos
y, el otro, cafés con crema
se forraban el bolsillo
con las fortunas ajenas;
hoy, dehesa de los Chaves
donde Iván Chaves maneja
mamandurrias oficiales
para un puñado de empresas
que chupan dinero público,
gracias a sus influencias.
Toros negros de la noche
que ya en el toril patean
y afilan contra los muros
sus cuernos para la arena.
¡Que no quiero verla!
Que no quiero ver la sangre
de Chaves sobre la arena.
Otros toros furibundos
desde la sierra de Huelva
agitan los cascabeles
que cuelgan de la entrepierna
y mugen ciertas verdades
que contra Chaves atentan.
Son toros de Paula Chaves
que entró en Empresa Minera
para sacarle a su padre
diez millones en colecta.
Manuel dice que no es cierto
que Paula fuese minera,
porque su niña ingresó
en convento de Salesas
para rezar por el mundo,
pidiendo a Dios cosas buenas
contra el demonio del paro
que desangra nuestra tierra.
Los diez millones, son dote;
lo exigieron las Salesas
como pensión vitalicia
para la novicia nueva;
ya que sólo de oraciones
la clausura no alimenta.
No es mamandurria industrial,
fue donación a la iglesia
por la salvación del alma
de familia principesca
y de las almas podridas
que Satanás encadena.
Pero los toros de Paula
van persiguiendo la arena.
¡Que no quiero verla!
Cientos de toros de lidia
entrenan en las dehesas
de los ERES andaluces
que acojonan a cualquiera
y son toros cuernilargos
a los que Chaves se enfrenta.
Una lucha desigual
en la Maestranza esperan
y presidirá la plaza
Mercedes Alaya, Jueza,
que es virtuosa en la leyes
y muy clara en las sentencias.
¿Cortará Chaves un rabo?
¿Chaves cortará una oreja?
¡Que no quiero verla!
Tiempos de sangre y de duelo
son los que a Chaves esperan.
No me digáis que la mire
porque la sangre me aterra.
Sangre, bordándole el muslo
o floreciendo en pechera,
como un capullo muy rojo
que siempre en puño tuviera.
Que no quiero ver la sangre
de Chaves sobre la arena.
¡Que no quiero verla!

(Madrid, 10 de Abril de 2011)

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