ROMANCE DE GUERRAS SUCIAS

ROMANCE DE GUERRAS SUCIAS

¿Quién no recuerda la historia
que asombró al país entero
de la guerra declarada
por la Dama a su Torero?
¿Ustedes, no la recuerdan?
Pues yo les traigo el recuerdo.
Era Jesulín de Ubrique,
hijo de Humberto Janeiro,
una estrella refulgente
en el mundo del toreo;
un capricho de las damas
que le juzgaban lucero
y, ellas, la cohorte de estrellas
acosando en amplio cielo.
Acudían a las Plazas
donde actuaba el maestro
y le arrojaban sus bragas
volando hasta el propio albero
cuando el torero dejaba
un toro bravo por yerto.
El maestro recogía
de la inundación del ruedo
sostenes, medias y bragas
y algún tampax, de estraperlo;
luego, devolvía al tendido
aplausos, risas y besos.
La locura femenina
acompañaba al Torero.
Mientras, allá en Ambiciones,
la finca de los Janeiros,
rabiaba Belén Esteban
soñando un bosque de cuernos.
Un día, cogió el petate,
montada en un gran cabreo
con su Andreita en un brazo
y en el de al lado un gran cesto
con toda la ropa sucia
que encontró en el lavadero.
Belén, que por su hija mata,
trató de poner remedio
a la amenaza del hambre
y a la negrura del duelo.
Vino a poner en subasta
todas las prendas del cesto
y acudieron, a mansalva,
las revistas del enredo
que, dicen, del corazón
y tratan cosas de cuernos;
ella, quedose empapada
en chubascos de dinero.
Pronto descubrió La Campos
un negocio postinero
y la llevó a Tele Cinco
donde llegó con su cesto.
Abusando del plató,
con desparpajo tremendo,
iba sacando las prendas
y las lanzaba hasta el suelo:
los sostenes de la suegra,
la bragueta del Humberto,
las bragas de Jesulina
y los vicios del torero.
Vicios del engendrador
que, él, decía no tenerlos.
Con su lenguaje soez
en idioma analfabeto,
matando por su Andreita,
tacos, a diestro y siniestro,
llegó la Belén Esteban
a ser Princesa del Pueblo.
Aquella larga contienda
por un asunto de cuernos
produjo tantos millones
como tiró Zapatero.

Hoy, la historia se repite;
cambia el motivo y el tiempo,
pues la guerra declarada
por su socio al Gran Yerno
es por manejo confuso
de varios millones de euros,
que metían en la caja
y vertían por agujeros
haciendo dineros sucios
en busca de lavaderos.
Así, lavado en Andorra,
el aclarado más lejos,
centrifuga en Luxemburgo
y en Caimán el tendedero.
Hubo huellas delatoras
a lo largo del trasiego
y vino a entregar las pistas
al Juez Castro un buen sabueso.
Un delito de Nobleza,
porque el Duque Braguetero
montó una Empresa Sin Lucro
que fue una mina de euros
y se cogió a Diego Torres
de socio y de testaferro.
Viendo el Duque que en España
diez y siete subgobiernos
repartían el pastel
de los impuestos del pueblo,
vino a pensar que en algunos
abundarían los memos;
él, les propondría estudios
y Celebración de Eventos;
ellos pondrían la pasta
y lloverían los euros
por posibles olimpiadas
y por estudios supuestos.
Pensó el Duque de Palma
que Palma era su feudo
y, como vio tonto a Matas,
vino a reclamarle impuestos
que el Presidente pagó,
por ser derecho de fuero,
a mas de otras circunstancias
como el poder de su Suegro.
“¡Coño! –dijo del Gran Chorizo—
En Valencia hay otro memo
y, si Matas me pagó,
Francisco no va a ser menos”.
Así, a lo tonto a lo tonto,
cogió millones de euros
que metía en una caja
y vertía en agujeros.
Ahora, el Juez reclama al Duque
la pasta y el paradero
de la que fue de excursión
y se extravió en recovecos.
El Duque le dice al Juez
que su socio, el choricero,
le ha robado los “monises”.
--“Yo los “monises” no tengo,
que los llevó Diego Torres,
de noche, a los lavaderos.
Se creció en ejecutor
siendo solo un testaferro”.—
Empieza una guerra cruenta
entre Duque y Testaferro:
guerra de dimes, diretes;
guerra de “digos” y “diegos”;
guerra de abogados gilis;
guerra de decires necios,
de periodistas lucrosos
que encuentran invernaderos
en escapes del juzgado,
revelación de secretos,
callejeros macutazos
de delitos choriceros.
Se dice que Diego Torres
pide diez millones de euros
por no revelar mensajes
que comprometen al Suegro:
duelo de chantaje puro
al Duque por Testaferro.
¿Será la Justicia ciega
e igual para todo el pueblo?
Ya veremos, al final,
qué decide el Justiciero.

(Madrid, 10 de Mayo 2012)