martes, 11 de octubre de 2011

ROMANCE DE MIDAS ( IV )

    Hoy ha amanecido un día, más que tonto, tontorrón. He ido a comprar el periódico y leer los titulares mientras desayunaba en la cafetería de costumbre. A mi regreso, entro en el salón y veo a Gaudioso apoyado en la ventana y mirando fijamente el lejano horizonte. No quise sacarle, así de pronto, de su concentración. Supuse que, como otras  tantas veces, estaría esperando la aparición de un bandada de golondrinos bravos.

    A estos golondrinos es preciso apuntarles y descerrajarles un tiro, según Gaudioso, cuando están en la lejanía; porque cuando llegan a la cercanía, su vuelo se vuelve más rápido y, encima, zigzagueante, por lo que resulta más difícil apuntarles y descerrajarles un tiro bajo en ala izquierda, que viene a ser mortal para el golondrino bravo.

   Según Gaudioso, que es un entendido, entre las diferentes familias de golondrinos, que son varias y diversas, la de los bravos viene a ser francamente peligrosa para el ser humano; porque, en cuanto divisan un viandante (con los automovilistas lo tienen más difícil por lo del capó de automóvil, dice Gaudioso) atacan, con un vuelo más rápido y veloz que el del halcón peregrino cuando divisa a un palomo cojo, en llegando a la altura del transeúnte defeca en su cabeza. El excremento es de un efecto terrorífico y radical (nada que ver con la cagada del palomo, que solo produce molestia, asco y bochorno en el afectado y una risa espontánea y descojonante entre los que se percatan del hecho). El excremento del golondrino bravo, en cuanto toca la cabeza del humano, exilia para los restos el posible sentido común de la víctima, dejándole como un quídam aberrante y disperso de ideas y conceptos, lo que viene a ser un tanto ridículo y hasta bochornoso, dice Gaudioso. Esta entelequia, que lo es, asegura que, cuando el golondrino bravo tiene viandantes donde elegir, escoge siempre un político en ciernes porque tiene un futuro más prolongado. “Total, para lo que va a hacer (se justifica el golondrino bravo) ¿Para qué quiere ese político en ciernes el sentido común?

     Gaudioso se percató de mi presencia, se volvió y me saludó.

--Buenos días, Eloy, ya has vuelto.

--Es la tuya una deducción muy atinada, dado que me estás viendo.

--Sigo pensando; Eloy, que cuatro años de una legislatura para madurar un consejo para el jefe y cobrar todos los meses, yo lo considero un despilfarro, aunque el consejo sea bueno que, por lo visto, no ha sido el caso.

--¿En qué te basas para decir que no ha dado un buen consejo?

--Pues por los resultados, Eloy, los árboles me has dicho siempre, que se conocen pos los frutos que dan; me has repetido, infinidad de veces, que tú nunca has visto un cerezo que dé manzanas; solo los manzanos. Con tantos consejeros y ninguno se percató de que se nos venía encima una crisis pistonuda. Y mira que Rajoy se lo advertía continuamente; pero como no es persona de confianza, siguió despilfarrando, tardó dos años en admitir: “¡Coño, estamos en crisis!”

--Los consejeros en Babia, Gaudioso; si el Presidente decía que no había crisis, pues para ellos no la había. El que más sabe es el jefe, ¡coño!

--¡Ah, ya! Por lo que se deduce que el tal Rosendo, ante la acusación de la jueza de ser un intruso en el ERE de Cydeplas, puede contestar que él, en realidad, cobró los 110.000 euros en concepto de subvención como consejero personal del Ilustrísimo Señor Francisco Javier Guerrero. A fin de cuentas un día, en un bar de El Pedroso le dijo: “Anda, Paco, tómate un Moriles, que está chupi”.

--Sí, Gaudioso, al parecer, hay contertulios que así lo aseguran.

--¡Vaya coartada! La Juez Alaya lo va a tener crudo.

--Pues sí, Gaudioso, éstas y otras muchas causas son las causas de las tormentas andaluzas. ¿Seguimos?



ROMANCE DE LAS TORMENTAS (IV)



Muchos años sin barrer,

muchos años, son los treinta

que no han usado una escoba,

en San Telmo, de limpieza.

Debajo de las alfombras

crece el champiñón, las setas,

el musgo más pertinaz

y crecen enredaderas

de corrupción, que amenazan

convertir salas en selvas.

La Juez reclama las Actas.

Griñán dice ser secretas

y que no importan al Juez

los acuerdos que tuvieran;

que esas son cosas muy suyas,

son asuntos de conciencia,

intimidad y amoríos

que a nadie más interesan.

Son secretos oficiales

lo que las Actas encierran:

hay fundaciones, muy suyas,

hay  fundaciones, muy nuestras,

hay chanchullos, donaciones,

hay regalos, hay prebendas,

cosas que afectan a Chaves,

cosas que a Griñán afectan

y muchas cosas que al Juez

ni atañen, ni le interesan.

Vienen las lluvias a Chaves,

a Griñán, granizo y piedra,

del Juzgado, la riada;

una puta primavera

que pudrirá el socialismo

dando floración a Arenas.





                 (Madrid, 6 de Abril de 2011)


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