(¡Cómo se lo montaron los listos!)
Andaba Don Pedro
Solbes
perdido por los
noventa,
en los tiempos
que Felipe
González de
Gonzalera
gobernaba en
esta España
(que era más
suya que nuestra)
por los campos
de Castilla,
arrozales de
Cullera,
por pomaradas de
Asturias,
naranjales de
Valencia,
olivares de Jaén
y los pinares de
Cuenca.
Ministro de
Agricultura
de Ganadería y
Pesca,
husmeaba por los
campos
como si buscase
setas.
No era lo suyo
el arado
ni la guadaña en
la siega;
ordeñando era un
desastre
en las cuadras
ganaderas
y, por redes y
fletán,
Canadá nos hizo
guerra.
Para regularizar
las cuestiones
europeas
le convocaron a
Solbes
y el Ministro
fue a Bruselas;
iba dispuesto a
luchar
a interés de
nuestra tierra.
Volvió con
orejas gachas,
con el rabo
entre las piernas.
Se agradeció su
discurso
y le dieron las
tijeras
para que hiciera
una poda
antes de la
primavera,
pues, después,
fluye la savia
y se desangran
las cepas.
Le dieron cupos
escasos
en los mares y
en la tierra
y el “gili”
venía contento
con el trato de
Bruselas.
Le dieron cuatro
palmadas,
seis sonrisas,
diez lindezas,
doce abrazos
cariñosos
y unas órdenes
concretas:
cortar, cortar y
cortar
campos, ganados
y pesca.
Empezó matando
cabras
y siguieron las
ovejas,
después, siguió
con los cerdos
y con las vacas
lecheras,
dejándonos una
cuadra
que ni Chipre la
quisiera.
Si lo del ganado
es malo,
peor fue lo de
la pesca:
de merluza, diez
quintales;
de anchoas,
veinte docenas;
de pescadilla de
pincho
le dejaron
veinte gruesas
y, en asuntos
del fletán,
Canadá ganó la
guerra.
Dejó amarrada en
los puertos
toda la flota
pesquera.
Si malo fue lo
del mar,
peor fue lo de
la tierra:
tala en la
Mancha de vides,
Lérida quedó sin
peras,
sin pimientos
quedó Murcia
sin cogollos La
Ribera,
mermó el trigo
de Castilla
y las cerezas
del Tiétar.
Tras los logros
conseguidos,
por precepto de
obediencia,
le premió el
Señor González
con la Cartera
de Hacienda.
El “Enano de
Tafalla”
fue a enseñar
sus experiencias
a los dos
Castros y a Cuba
y los dejó en la
opulencia.
Lo de “Enano de
Tafalla”
fue realidad, no
apariencia.
Cogió un erario
jodido
navegando hacia
la niebla;
ya Solchaga
había dejado
nuestra “pela”
cual lenteja
con la lupa
incorporada
y precisa para
verla.
Si el campo dejó
arruinado
por obediencia a
Bruselas,
el Erario
Nacional
mineando, bajo
tierra.
Veintitrés, de
cada cien,
buscan el
trabajo a tientas;
con él sólo
subió el paro
y los precios en
las tiendas.
Por motivos de
salud
puso a toda
España a dieta
con los precios
de Alemania
y salarios de
Nigeria.
Adelantaron las
urnas
y fue Don Pedro
a la mierda
con Felipe,
Rubalcaba
y toda la
parentela.
Pasados los ocho
años
vuelve el “trío
calavera”
con Don Pedro,
Rubalcaba
y un sucedáneo cualquiera
de aquel Felipe
González
que era listo,
(que lo era).
El sucedáneo, un
mastuerzo
con sonrisa boba
puesta,
un talante de la
hostia
y sus cejas
circunflejas;
pero en el
trabajo, virgen.
Él nunca tuvo
experiencia
que se le pide a
un contable,
dependiente o
dependienta,
pasante de
abogacía,
fontanero o
peluquera.
De diputado, el
botón
pulsa cuando se
lo ordenan.
De la
inspiración divina,
mejor no
presuponerla
dado que el
lerdo es ateo,
no cree en la
Providencia.
Zapatero a Pedro
Solbes
puso a dirigir Hacienda
y éste se sintió
feliz
porque el arca
estaba llena:
un déficit
negativo,
superávit en las
cuentas
y un prestigio
universal
que nunca España
tuviera.
Pero el “memo de
León”
sólo le dio la
chequera
para pagar y
pagar,
pagarle cada
ocurrencia:
fueron agujeros
negros
que devoraron
estrellas.
Dejó arruinado
el Estado,
pero fue por
obediencia.
Lo único que
hizo bien,
que lo manejó a
conciencia,
fue el
tejemaneje ruin
de las empresas
eléctricas:
entregando
Endesa a Enel
realizó su
grande siembra.
Dos años de
disimulo
y recogió la
cosecha:
ciento quince
mil, del ala,
no es un sueldo
de miseria
por soltarles un
consejo
si, acaso, se lo
pidieran.
Mamando Aznar de
Fenosa,
mama Felipe en
Endesa
y, ahora, Pedro
Solbes
mamando de la
otra teta.
Nuestros políticos
son
bichos a tener
en cuenta.
(Madrid, 9 de Abril de
2011)
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