martes, 4 de noviembre de 2014

ROMANCE DE FRANCISCO GRANADOS

¿Dónde estaría Granados
que al Senado no venía?
Es político ejemplar;
le esperan sus señorías
los senadores peperos
porque hoy se dilucida
un asunto del carajo,
donde Paco bien podría
poner puntos sobre íes
ya que tiene mente lúcida.
Granados es hombre listo;
además, tiene su chispa
y pone un tono de humor
que el resquemor muda en risa.
Al ser un hombre ocurrente
pa todo tiene salida;
incluso para los euros
que apalanca en las mordidas
y si los vi, no recuerdo,
que se fueron a Suiza
y permanecen secretos
esperando otras partidas,
que van llegando puntuales;
si parece una crecida
que sufriese el Manzanares
inundando la Florida.
Le buscan y no aparece;
no dejó ninguna pista;
no está en el restaurante,
ni está en la cafetería,
porque Paco está en Los Yébenes
en una gran montería
con rumbosos constructores
y su socio Marjaliza.
Nueve mil por escopeta
es una caza carísima;
mas, siempre las paga Dico
que es una empresa muy limpia
y, si le manchase el yeso,
el político lo limpia;
pues, bueno es Paco Granados
en el lavar, cosa fina;
así , todos impolutos
y de honrados por la vida.
Dicen que Paco Granados
en la caza es un artista:
caza ciervos de diez puntas,
jabalíes y jabalinas,
pues no distingue entre sexos
cuando la escopeta enfila
a todo lo que se mueve
entre alcornoques o encinas
y pieza que Paco apunta
puede darse por jodida,
lo mismo que le sucede
a alguna que otra alcaldía.
David Merino abatió
una gorda jabalina
y fue Francisco Granados
quien vino a sacar las tripas
con que coronó a Merino
como nuevo monterista;
era costumbre arraigada
en todas sus monterías
y Merino lo contó,
hace tiempo a una revista.
Cuando llegaba la noche
celebraban sus partidas
de póker; los constructores
sobre la mesa ponían
los billetes de quinientos
atados con una cinta
y… sería casualidad,
pero Granados cogía
los paquetes que ganaba,
demostrando sangre fría;
él enlazaba escaleras
como un cura Ave Marías
cuando su Rosario reza
en el templo cada día.
A fuerza de tiempo y tratos,
consiguió unas mandíbulas
que ya quisiera aquel lobo
que atacó a Caperucita.
Aquello era una gozada:
Con el sol, de montería
y, con la luna, en el póker
se ganaba las partidas
y los euros que ganaba
en estas gordas mordidas,
los enviaba, a lo puta,
a su banco de Suiza.
Después, ya de hombre honrado,
hasta el Senado venía
y, en asuntos del carajo,
que son lo que en él se estilan,
los puntos sobre la íes
Granados siempre ponía
con oratoria entendible
que por allí no se estila,
a causa de pinganillos
que exigen separatista
para hablar su lengua propia,
cuando hablan todos la misma.
Son las cosas del carajo
que se usan en política
porque toda las sandeces
puedan ser bien traducidas;
no vaya alguno a perderse
alguna de las paridas.
El Senado es cementerio
donde partidos envían
a gentes amortizadas
que ya dan por fenecidas;
han de ganar un sueldazo
para que vivan tranquilas,
mamando erario público
que ya es costumbre adquirida.
Cuando hubo comentarios
de no usar ropa muy limpia
y de olerle el sobaco,
a los amigos decía
que estaba desaprovechado
y el Senado le aburría;
así, por no molestar,
se marchó de allí enseguida.
Buscan a Paco Granados
y no son sus señorías,
ni tampoco su parienta;
le busca la policía
para que le explique al Juez
si ha dinero en Suiza.
Él siempre dice que no;
mas puede que sea mentira
y tenga allí un fortuna
con su amigo Marfaliza,
fruto de muchos contratos
y suculentas mordidas;
puede que deje en mindundis
y Pujol y su familia.
La pelota en el tejado
hasta que el Juez Ruz decida
si les empadrona en cárcel
a Paco con Marfaliza,
huérfanos del capital,
y allí jueguen sus partidas.

     (Calpe 31 de Octubre de 2014)


1 comentario:

  1. Me he reído de lo lindo, ocurrente, ingenioso y certero.
    Buena combinación de poesía y humor del fino.
    Saludos

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