Mil novecientos
ochenta
y una inicial
democracia.
Ya decidieron
las urnas
que Jordi Pujol
ganara
y fuera el Molt
Honorable
de su tierra
catalana
y, por longeva,
se puso
en San Jordi una
butaca
que, a lo largo
de los años,
Jordi Pujol
ocupara,
con pinta de
“hombre de estado”
que era lo que
le molaba.
Leyendo libros
antiguos
de la historia
catalana
vino a descubrir
derechos
que, al
principio, le extrañaban
porque, a él, en
este asunto
le satisfacía su
Marta.
Allí los nobles
tuvieron
El “derecho de
pernada”
y se lo acopló,
a lo zorro,
para asuntos de
finanzas;
porque “la pela
es la pela
y es alimento
del alma”.
Filosofía
profunda
que en religión
transmutara;
ungió de
sacerdotisa
y de papisa a su
Marta
que en aquesta
religión
vino a bautizar
su casta.
Si los
musulmanes tienen
su negra piedra
sagrada
y se van hasta
La Meca
para poder
adorarla
y a limpiarse
los pecados
con un rito de
pedradas…
Si los
cristianos tenemos
la basílica
romana
donde hoy el
Papa Francisco
vela por la fe
cristiana…
Marta Ferrusola
y Jordi
y nutrida
vastagada
(que son siete
los infantes
aunque no sean
de Lara)
se montaron su
basílica
en una banca
andorrana
y allí
encerraron sus pelas
para poder
adorarlas
y, como la pela
es pela,
vinieron a hacer
sagrada
y la ofrendaban
tributos
porque la pela
engordara
y basase el
paraíso
para el día de
mañana.
Montada en
“coche oficial”;
con los sus
Mossos d’Esquadra,
no fuese que un
alma hambrienta
pudiese robar a
Marta;
más algún
infante que otro,
pagando gastos
España,
peregrinaban al
mes
y, a veces, a la
semana
Doña Marta y su cortejo
a basílica
bancaria
a confesar sus
pecados
con que su
hacienda aumentaban,
quedando libres
de culpa,
ya que los
depositaban
con fe en el
confesionario
que todo lo
perdonaba.
Como la mordida
es sucia
la confesión la
lavaba
y, en
penitencia, los réditos
les imponía la
banca;
secreto de
confesión
a esta gente
amparaba;
así quedaba en
secreto
la riqueza
acumulada;
porque la “pela
es la pela
y es alimento
del alma”,
cosa que no
tiene claro
nuestra religión
cristiana.
De religión pasó
a secta
y se añadieron
sectarias
personas muy
testaferras;
prosélitos de
confianza
que fueron, como
los apóstoles,
por esas tierras
lejanas
distribuyendo
las pelas
en bancos y
empresas varias:
por santas, en paraísos;
secretas, por
confesadas.
“Autopista del
dinero”
decían a la
aduana
de aquella Farga
de Moles
de tanto
ver la Marta
con su séquito y
boato
frecuentemente
cruzarla,
con prohibición
de escrutinio
que, en ella,
tenían los guardias.
Con tanto
peregrinaje
ganaba
indulgencias Marta
lo mismo que los
infantes
y, en vida, las
disfrutaban
con sus cochazos
de lujo
por si, en “más
allá”, no hay nada.
Montada en coche
oficial
y con sus Mossos
d’Esquadra
con tanto
peregrinaje
ganaba
indulgencias Marta:
indulgencias para
Jordi,
indulgencias pa
la casta,
también para
testaferros
y empresas
implicadas;
la indulgencia
es un gran mar
donde todos se
bañaban.
¿Quién podría
contar hoy
las indulgencias
ganadas?
La indulgencia
es infinita,
cuando
indulgencia es plenaria.
La ruina de
Cataluña
es la riqueza de
castas,
que buscan la
independencia
para evitar ser
juzgadas;
no tiene otro
misterio
la independencia
buscada.
¿Votarán el 9N
ex honorable y
ex honorabla?
Estoy seguro que
sí,
y que lo harán
con gran gala,
con el aplauso de
las mismas
gentes que han
sido robadas.
(Calpe, 7 de Noviembre de 2014)
certero como siempre amigo
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