¿Dónde estaría
Granados
que al Senado no
venía?
Es político
ejemplar;
le esperan sus
señorías
los senadores
peperos
porque hoy se
dilucida
un asunto del
carajo,
donde Paco bien
podría
poner puntos
sobre íes
ya que tiene
mente lúcida.
Granados es
hombre listo;
además, tiene su
chispa
y pone un tono
de humor
que el resquemor
muda en risa.
Al ser un hombre
ocurrente
pa todo tiene
salida;
incluso para los
euros
que apalanca en
las mordidas
y si los vi, no
recuerdo,
que se fueron a
Suiza
y permanecen
secretos
esperando otras
partidas,
que van llegando
puntuales;
si parece una
crecida
que sufriese el
Manzanares
inundando la
Florida.
Le buscan y no
aparece;
no dejó ninguna
pista;
no está en el
restaurante,
ni está en la cafetería,
porque Paco está
en Los Yébenes
en una gran
montería
con rumbosos
constructores
y su socio Marjaliza.
Nueve mil por
escopeta
es una caza
carísima;
mas, siempre las
paga Dico
que es una
empresa muy limpia
y, si le
manchase el yeso,
el político lo limpia;
pues, bueno es
Paco Granados
en el lavar,
cosa fina;
así , todos
impolutos
y de honrados
por la vida.
Dicen que Paco
Granados
en la caza es un
artista:
caza ciervos de
diez puntas,
jabalíes y
jabalinas,
pues no
distingue entre sexos
cuando la escopeta
enfila
a todo lo que se
mueve
entre
alcornoques o encinas
y pieza que Paco
apunta
puede darse por
jodida,
lo mismo que le
sucede
a alguna que
otra alcaldía.
David Merino
abatió
una gorda
jabalina
y fue Francisco
Granados
quien vino a
sacar las tripas
con que coronó a
Merino
como nuevo
monterista;
era costumbre
arraigada
en todas sus
monterías
y Merino lo
contó,
hace tiempo a
una revista.
Cuando llegaba
la noche
celebraban sus
partidas
de póker; los
constructores
sobre la mesa
ponían
los billetes de
quinientos
atados con una
cinta
y… sería
casualidad,
pero Granados
cogía
los paquetes que
ganaba,
demostrando
sangre fría;
él enlazaba
escaleras
como un cura Ave
Marías
cuando su
Rosario reza
en el templo
cada día.
A fuerza de
tiempo y tratos,
consiguió unas
mandíbulas
que ya quisiera
aquel lobo
que atacó a
Caperucita.
Aquello era una
gozada:
Con el sol, de
montería
y, con la luna,
en el póker
se ganaba las
partidas
y los euros que
ganaba
en estas gordas
mordidas,
los enviaba, a
lo puta,
a su banco de
Suiza.
Después, ya de hombre
honrado,
hasta el Senado
venía
y, en asuntos
del carajo,
que son lo que
en él se estilan,
los puntos sobre
la íes
Granados siempre
ponía
con oratoria
entendible
que por allí no
se estila,
a causa de
pinganillos
que exigen
separatista
para hablar su
lengua propia,
cuando hablan
todos la misma.
Son las cosas
del carajo
que se usan en
política
porque toda las
sandeces
puedan ser bien
traducidas;
no vaya alguno a
perderse
alguna de las
paridas.
El Senado es
cementerio
donde partidos
envían
a gentes
amortizadas
que ya dan por
fenecidas;
han de ganar un
sueldazo
para que vivan
tranquilas,
mamando erario
público
que ya es
costumbre adquirida.
Cuando hubo
comentarios
de no usar ropa
muy limpia
y de olerle el
sobaco,
a los amigos decía
que estaba
desaprovechado
y el Senado le
aburría;
así, por no
molestar,
se marchó de allí
enseguida.
Buscan a Paco
Granados
y no son sus
señorías,
ni tampoco su
parienta;
le busca la
policía
para que le explique
al Juez
si ha dinero en
Suiza.
Él siempre dice
que no;
mas puede que
sea mentira
y tenga allí un
fortuna
con su amigo
Marfaliza,
fruto de muchos
contratos
y suculentas
mordidas;
puede que deje
en mindundis
y Pujol y su
familia.
La pelota en el
tejado
hasta que el
Juez Ruz decida
si les empadrona
en cárcel
a Paco con
Marfaliza,
huérfanos del
capital,
y allí jueguen
sus partidas.
(Calpe 31 de Octubre de 2014)
Me he reído de lo lindo, ocurrente, ingenioso y certero.
ResponderEliminarBuena combinación de poesía y humor del fino.
Saludos