martes, 8 de abril de 2014

ROMANCE DE LAS HADAS

A Mar Pintor Guareño

¿Qué adulto no recuerda
las historias de su infancia?
Cuentos de duendes y trasgos,
cuentos de reinas malvadas,
cuentos de bellas princesas
por las brujas embrujadas,
cuentos de los maleficios
destruidos por las hadas.
Una reina retorcida
envenena una manzana;
la muerde la princesita
que queda fría e hierática,
durmiendo su sueño largo
hasta que, a la luz del alba,
un principito valiente
con amor llega a besarla
y se deshace el embrujo
por milagro de las hadas.
Igualitos, igualitos
que en los cuentos de la infancia
las historias se repiten
por estos campos de España
y ponemos, como ejemplos,
a Princesa y a la Infanta
que hoy son dimes y diretes
en reuniones tertulianas.
El matador Jesulín,
torero donde los haya
que, en el coso de Aranjuez,
toreó para las damas,
(poco damas, pues tiraron
los sostenes y las bragas
como prendas de homenaje)
una tarde paseaba
por la orillita del río;
en cuanto apartó unas cañas
croando entre juncos verdes
descubrió una verde rana;
encandilose, de pronto,
y le apeteció besarla;
hízose rubia morruda
y muy aparente zagala
y él vino a hacerla reina
de Ambiciones, su casa.
En las corridas gloriosas
en el coso de la cama
engendraron una niña
que Andreita se llama.
Belén Esteban, su madre,
como Ambiciones le hartaba,
con toda la ropa sucia
y la niña, se marchaba
a exponer en los platós
los calzoncillos y bragas
de los cuñados y suegros
que, a fuerza de correrías,
las huellearon de cascarrias.
Tras estas exposiciones,
meticulosas y largas,
se fue haciendo conocida
y llegó a ser tertuliana.
Critica con lengua bífida;
opina, de descarada,
sobre las cosas divinas
y sobre faltas humanas
con lenguaje peculiar
de la lengua chabacana.
Empapada de estulticia,
entre tacos y mandangas,
con gritos desaforados
y expresiones cabreadas
repite su eterno lema:
“que por su Andreita mata”.
A lo tonto a lo tonto,
o a lo guasa a lo guasa
como Princesa de Pueblo
las “marujas” coronaran.
Díganme si esta historia
no es bello cuento de hadas.
Otro cuento similar
es la historia de una Infanta.
Paseábase una tarde
por la orilla de una charca
y se encontró un sapo largo
croando entre las cañas.
Fue un impulso irresistible;
fue como explosión del alma;
fue como enjambre de avispas
zumbando bajo la braga.
La doncella cogió el sapo
y se sintió enamorada;
con un beso en el hocico
se hizo un Duque de Palma
para su uso personal
de calentador de cama.
Surgió de doncel esbelto;
todo un guaperas de cara;
pero, falto de esa leche
que mama la aristocracia,
siguió con su sangre roja
y no tardó en ser gualdrapa.
Hizo muchos trapicheos;
multiplicó empresas falsas;
se dedicó a vender humo
en varios reinos de taifas,
cuando descubrió el Gran Duque
que eran huecos tras fachadas
y, al estrecharles las manos,
se humedecían las cachas.
El Du         que cogía millones
como coge las castañas
un campesino gallego
cuando es buena temporada,
y, como eran viajeros,
de España se extraditaban
consiguiendo paraísos
porque eran “pasta santa”.
Un fortunón de la leche
que la Infanta disfrutaba,
como bienes gananciales,
en caprichos y mandangas:
compras, viajes y banquetes,
más una lujosa casa
que, por mucho que madrugue,
un canguro no la salta.
Tras los dimes y diretes,
mucho cotilleo en charlas,
comentarios en la prensa
y en reuniones tertulianas,
el juez Castro se decide
y la llama de imputada.
Quinientas preguntas fueron
las que el juez la preguntara
y a la mayor parte de ellas
decía: “¡Paso Palabra!”.
--“En Nòos era dirigente.
 ¿No vio el dinero que entraba?”.—
--Sí, yo vi entrar muchos millones;
pero pronto se esfumaban.
En realidad, de estas cosas
le advierto que no sé nada”.—
--“Pero los dineros iban
a Aizoon, que tenían a pachas,
donde Usted tenía tarjetas
con las que lujos pagaba”.—
--“Yo confiaba en Iñaki
porque estoy muy enamorada
y  los lujos con amor
vienen a ser de gozada”.—
--“Pero Usted firmó papeles”.—
--“Yo no sé lo que firmaba;
me los presentaba el Duque;
yo en mi esposo confiaba
y, como es currante nato,
pensé que él lo ganaba.—
--“Pero… ¿nunca preguntó?”.—
--No; yo estoy enamorada;
lo que él me dice va a misa;
para mí , palabras santas”.—
--“A unas cosas, no responde;
a otras, “pasa palabra”;
en otras, ni se fijó
porque está muy enamorada.
Por lo visto, Usted vive
en dulce cuento de hadas”.—
Hoy volvemos a vivir
historias de nuestra infancia:
de un sapo, nos surge un Duque;
la Princesa de una rana;
son zagalas venturosas
y capricho de las hadas:
la una, nos canta mucho;
la otra, no canta nada;
vive en profundo silencio
porque está muy enamorada.
Aquí paz y después gloria
y el juez Castro… Acaso, en Babia.

     (Madrid, 25 de Febrero de 2014)


No hay comentarios:

Publicar un comentario