miércoles, 21 de enero de 2015

ROMANCE DEL PROGRESO


Iban pasando los años,
sin moverse el Movimiento,
y el español se moría
de envidia por el Progreso
de gabachos y teutones,
de bretones y flamencos,
de daneses y de austriacos,
de suizos y noruegos,
que invadían nuestras playas,
hoteles y apartamentos,
disfrutando el sol de España
con desparpajo y contento.
En cuanto Junio encendía
ese sol, dicharachero,
que pone el agua del mar
de moja y chúpate el dedo,
llegaban, como los patos
que se van a su hemisferio
abandonando Doñana
hasta inicio del invierno,
desbordando carreteras
e invadiendo aeropuertos,
nórdicos de pieles blancas,
walkirias de pechos tiernos,
como bañados en leches
de burras en un barreño.
Despanzurrando impudicia
sobre lechos areneros
aquellos cueros, tan blancos,
se iban curtiendo, morenos.
Como bandadas de moscas
sobre montones de estiércol,
hozaban en las paellas
de chiringuitos playeros
y el vino, que les venía
como agua en Mayo del cielo,
les infundía alegría
y ellos la mar de contentos:
baños de sol, todo el día,
juergas de noche, al tempero,
servidos por muletillas
hábiles en el trasteo
de los guiños para ellas
y los güisquis para ellos.
Que en España éramos todos
maestros en el toreo,
se pensaban, y era justo
demostrárselo con hechos:
un buen trabajo de varas,
capa y estoque torero,
y que los rubios llevasen,
como trofeo, los cuernos.
Torear cualquier divisa
y sacar de ello provecho,
         (pan pa hoy y hambre mañana)
no resultaba un remedio,
y aunque acostases con sueca
no te levantabas sueco.
Si, acaso, éstos fueran pocos
para despertar los celos,
también llegaban parientes,
españoles todos ellos,
que fueron con culo al aire
y volvían, como cresos,
a bordo de un BMV
siendo allí putos obreros.
Aquello es Jauja, decían,
allí se atan los perros
con las salchichas de Frankfurt
y se les ceba con queso.
Aquello es tierra bendita,
aquello no es como esto.
Aquí malcome el que curra
porque no tenéis Progreso.
Mientras progresaba Europa,
libre y por campos abiertos,
conduciendo sus Mercedes
por autopistas sin cuento,
el español resignaba
en político receso
moviendo lo permitido
en parado Movimiento:
iban sorteando baches
a lomos de los “seiscientos”,
saludando a los “civiles”
con resignado respeto,
puesto que eran portadores
del  “férreo puño gallego”.
El español, que de tonto
apenas tiene tres pelos,
viendo aquel nivel de vida
que gozaba el extranjero,
notó que la diferencia
radicaba en el Progreso.
¿Tendría Cánovas razón
cuando dijo en el congreso
que tan sólo es español
quien sólo vale para eso?
¡De eso nada!, que en España
tuvimos tatarabuelos
que dominaron el mundo
con espadas y con huevos,
haciendo achantar la muy
a muchas razas y pueblos:
el mundo bajo sus pies
y se quedaron tan tiesos,
e hicieron sus piernas puentes
y todo quisqui bajo ellos.
No habremos perdido tanto
del valor de los ancestros;
si palpamos la entrepierna
nos los notamos bien puestos.
Pues, bien, lo que tiene Europa
nosotros conseguiremos.
Sólo nos falta saber...
¿Dónde coño está el progreso?

                                      ( 19 de Abril de 1998)


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