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Esta hembra ex honorable,
(Pajín dice ex
honorabla,
ya que se ha de
distinguir
chorizo de
butifarra)
venía de sus
asuntos
con la su cabeza
baja
escudriñando las
losas
por si un euro
se encontraba
ya que caen
chuzos de punta
en la familia
sagrada
del que fue Molt
Honorable
hace poco, casi
nada.
Ahora han
cambiado los tiempos;
la fortuna está
enclaustrada
con su voto de
silencio,
no vaya a ser
detectada
por “¿qué coño
es la UDEF?”
y pueda ser
confiscada
por la Hacienda
de Montoro
que estrechó la
manga ancha.
Ésta, ahora, ex
honorable
que hace poco
fue gran dama
por convivir con
Don Jordi
y calentarle la
cama,
ha perdido
prepotencia;
ha perdido la
prestancia
desde que su
gilipichi
dijo tener
olvidada
una fortuna
cuantiosa
en una banca
andorrana,
fruto de
herencia paterna
que nunca fue
declarada,
acaso, por no
ser cierta,
simplemente
imaginada.
Ella, que trajo
a este mundo
siete infantes
de camada,
les formó para
el trabajo,
acaso,
subvencionada;
no les quería en
el paro,
si no robando a
mansalva
que es como se
hace fortuna
forrando riñón y
espalda.
Para los cursos
tenía
hombres de su
confianza
doctorados en
chanchullos
con eficiencia
probada:
uno era Félix
Millet
que en Palau
desfalcaba;
otro era de la
Rosa
que a los árabes
robaba;
dirigía
Prenafeta
gran chorizo y
gran macarra.
La formación,
cojonuda;
doctores con
nota alta
en el arte del
ordeñe
cuando un teto
que cataban:
mangoneos,
subvenciones,
comisiones por
la bravas
que, aunque eran
silenciosas,
grandiosamente
rentaban.
Así, vete tú a
saber
la cuantía de la
huchaca,
que, por no
pagar impuestos
a la nuestra
puta España,
evadían con
soltura
los millones que
afanaban.
Desde que empezó
Don Jordi
hasta hace unas
semanas,
Doña Marta
Ferrusola
fue la diva
catalana,
sagrada para la
tribu
con honores de
gran dama
y, cuando vendía
flores,
la Xunta se las
pagaba,
lo mismo que
Barcelona
y ciudades
catalanas
que pagaban
sobre precio
por lo bien que
decoraba.
Ésta, ahora ex
honorable
(Pajín dice
honorabla,
pues vino a
pulir la lengua
con la su amiga
Bibiana)
fue una dama
prepotente
porque Honorable
amparaba
y, en cuanto a
la independencia,
lideresa,
lideraba.
Dijo sobraban
charnegos,
los moracos y
negratas
que desdicen la
pureza
de la raza
catalana.
Como han
cambiado los tiempos,
quien a la
prensa buscaba
para decir sus
paridas
y salir en las
portadas,
hoy se escaquea
de lujo
de las plumas y
las cámaras.
Venía de sus
asuntos
con la cabeza
muy baja;
llegó una
periodista
y, antes que la
preguntara,
de ese desfile
de perlas,
naturales o
implantadas,
surgió una voz
melodiosa
con poesía
delicada,
bella cual ramo
de rosas
que a su San
Jordi ofrendara
y a la humilde
periodista
recitó estas
palabras.
dijo: “¡Váyase a
la mierda!”
y se nos quedó
tan ancha.
Así, el aura
prestigiosa
que tenía la
gran dama
se fue, de
huida, al carajo,
pues habló cual
barragana.
Desaparecía
vergüenza;
el prestigio se
exiliaba
porque se pilló
en renuncio
a la familia
sagrada.
(Madrid, 7 de Agosto de 2014)
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