jueves, 11 de septiembre de 2014

ROMANCE DE ANTONIO ÁVILA


Cabalgaba San  Martín
en un tarde muy fría
por culpa del ventarrón
y la nieve que caía.
Vino a encontrar un mendigo,
de esos de toda la vida,
que arropaba con un trapo
la punta de la barriga;
algunos, dicen sus partes;
otros, la dicen la higa
y, si fofa y diminuta,
se conoce por pilila;
aunque algunos ilustrados
vienen a llamarla minga.
Dice una ley natural:
“si la nieve te fustiga,
de no ir bien abrigado,
todo el cuerpo te tirita”;
que es lo que hacía el mendigo
en aquella tarde fría.
Se compadeció  Martín
y se apeó de la silla
y, en quitándose la capa,
con su espada la partía.
--“Cúbrete entero, mi hermano;
que, por la Virgen María,
yo no he de ir embozado
viéndote como tiritas”--.
La capa le dio un calor
que el mendigo agradecía
y, se dice, que en el cielo
los ángeles aplaudían.
No la reclamó en verano;
San Martín la concedía
a título de regalo
y el regalo es de por vida.
A Esto llaman caridad
y sobra en Andalucía.
Lo mismo que San Martín,
pero con más demasía
ya que no precisa capa
ni precisa tarde fría,
al pariente y al amigo,
a los socios progresistas,
a los primos sindicales
y a las empresas amigas
viene a cubrir los riñones
la Junta de Andalucía.
Para erradicar el paro
que era la vergüenza misma,
en la tierra que presume
de social y progresista,
el gobierno de Bruselas
muchos millones envía
para formar los parados
en un puesto de trabajo
que les venga a la medida.
Como un nuevo San Martín
o, acaso, como un Rey Midas,
Antonio Ávila dora
muchas empresas amigas,
que enseñar al que no sabe
es obra caritativa.
Se han dado tantos millones
que no hay quien siga la pista
por ver si se dieron cursos
con tan ingentes partidas
a los vivientes parados
o a las gentes fenecidas.
Se pedían subvenciones
y, cuando eran recibidas,
se daban de alta empresas
que cerraban en tres días
y, si te vi no me acuerdo.
--“Ahora, que la pasta es mía,
vuelvo a  montar otro centro
pa otra subvención distinta”--.
Y vuelve la burra al trigo;
y vuelve a llegar la guita
porque Antonio Ávila es
un San Martín o un Rey Midas
que, en cuanto toca a un amigo,
le dora riñón y tripa.
A su amigo, ex Consejero
de hacienda de Andalucía,
que había tejido una red
para pescar las partidas,
lo mismo que el pescador
pesca en el mar las sardinas,
porque quiso y porque pudo
exonerar sin medida,
más de diez y ocho millones
de subvenciones distintas
le exoneró, por la buenas,
y porque era progresista.
Al no querer despertar
entre los otros la envidia,
exoneró a Sindicatos,
dos mil empresas distintas,
también a Diputaciones
en manos de socialistas,
lo mismo que Ayuntamientos;
porque en Andalucía
enseñaba todo cristo
aunque allí nadie aprendía;
si acaso, algunos difuntos;
de hacerlo, cien premios Nobel
hoy, por lo menos, tendrían,
justificando ante el pueblo
lo acorde de la amnistía.
Pero el paro es portentoso,
vergonzante, a simple vista;
pero, como está implicado
el par de Susana Díaz,
el que calienta la cama,
con gusto en las noches frías,
su transparencia se va
al carajo cada día,
mientras en su soledad
va escardando Merceditas
la mala hierba, abundante,
que alimentó Andalucía.
Pero, aún siguen en el momio
Chaves, Griñán y Zarrías,
los padres del gran desfalco
y en el Supremo confían
les vistan con la inocencia
que en sus acciones perdían,
alimentando ladrones
y haciendo gorda la vista;
al fin y al cabo, eran todos
miembros de la gran familia.
¿Veremos, alguna vez,
hacer justicia a Justicia?


       (Madrid, 26 de Agosto de 2014)

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