miércoles, 14 de noviembre de 2012

ROMANCE DEL "COJO MANTECA"


ROMANCE DEL  “COJO MANTECA”

 

Como mañana, 14N, tenemos Huelga General, convocada por los anteriores Vice Presidentes ( IV y V) del Gobierno del Innombrable, al que juraron fidelidad y complicidad ciegas. Ahora vienen a protestar  porque el actual Gobierno, que no es de su cuerda, intente reparar la RUINA que ellos dejaron. Dicen “¡Hasta ahí podemos llegar!; cuando la dejamos así, por algo sería”, dicen. Respeto y me gustaría que ellos respetasen la NO HUELGA, como yo respeto su Huelga, aunque sea una dentellada muy importante a nuestro PIB, ya jodido de por sí. Hoy subo este romance porque no me gustaría volver a ver a NINGÚN COJO MANTECA DESTRUCTIVO. Tengamos la fiesta en paz, porfa.

 

 

En tiempos un tanto antiguos,

con sus cojones a cuestas,

se llegaba, renqueante,

apoyado en sus muletas,

de la ciudad de Vitoria

a tierras de la Meseta

un agitador soberbio

llamado “El Cojo Manteca”.
Experto en las algaradas,

virtuoso en soltar leña,

un rompedor de cabinas

al golpe de sus muletas,

con un contrato en el bolso

de unos miles de pesetas.

Era un tipo peculiar:

poca cosa, mala jeta,

esmirriado, que se dice;

pero, armado de muletas

era un corzo por Gran Vía:

zigzagueante centella

que golpeaba las lunas

comerciales, todas ellas,

fuesen Bancos de renombre

o fuesen humildes tiendas;

a cabinas telefónicas

las tenía tal querencia

que de ellas solo dejaba

astillas tras sus muletas.

Era un Atila, en canijo;

pisaba y quemaba hierba;

en los Jardines del Prado

pisaba “El Cojo Manteca”

y quedaban de erial

hasta nueva primavera.

El “Atila Cojitranco”,

General en las contiendas,

iba arrastrando las masas

con su furia virulenta

contra el cordón policial,

que esperaba con paciencia;

era, tal Vargas Machuca

en blandiendo sus muletas:

con una, arrancaba cascos;

con otra, rompía cabezas

y las masas, excitadas,

tras él, declaraban guerra

lanzando vallas, ladrillos,

adoquines, gordas piedras

y algún bate improvisado

muy bueno pa quebrar testas.

No había manifestación,

movimientos o protestas

que no empezasen pacíficos,

hasta que “El Cojo Manteca”

ululaba entre el gentío

y, enarbolando muletas,

armaba el pifostio padre

y comenzaba una guerra.

Hace años que allá, en Vitoria,

feneció “El Cojo Manteca”;

un entierro acojonante

le llevó a la otra ladera

donde, dicen, que el muchacho

no necesita muletas;

ni hay manifestaciones,

ni hay barullos, ni hay huelgas;

solo, una paz eternal

en eternidad eterna.

Ahora hay manifestaciones

populosas y muy buenas:

las hay de gente enfadada,

de médicos, de enfermeras,

de funcionarios mermados,

de los maestros de escuela,

de Sindicatos voceros

que protestan  por la merma

de los miles de millones

que chupaban, por las buenas.

Por una cosa o por otra

España se manifiesta

y, aunque costaba dinero,

no estando “El Cojo Manteca”,

se recurre a los okupas

para repartir la leña,

pues son gentes disconformes

o gentes antisistema

que en el Veinticinco Eme,

cuando “El Ruba” permitiera

montar la haimas en Sol,

adquirieron prepotencia;

hoy no hay manifestación

donde no entren, de fieras

encapuchadas, con bates

pa armar “La Marimorena”.

Montan un pifostio padre,

si la marcha va serena,

y, en un santiamén, encienden

una peliaguda guerra

contra el Derecho, que piden,

saltándose las barreras;

pegan a los “putos guardias”

porque son “polis de mierda”

que pretenden poner orden

así, sin más, por las buenas.

Viene a ser, en cada caso,

de heridos media centena:

la una mitad, de guardias;

de paisanos, la otra media;

unos treinta protestones

esposados a las celdas.

Luego, Santiago Pedraz

que es un Juez, justo a la izquierda,

echa la culpa a los guardias

y a los predadores, puerta;

que está la calle tranquila

y es preciso enfebrecerla.

Son los “Derechos Civiles”

cuando manda la Derecha.

 

     (Calpe, 7 de Octubre de 2012)

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