jueves, 16 de agosto de 2012

ROMANCE DEL "PESCAHÍTO"

ROMANCE DEL “PESCAHITO”

A Fernando Merino y esposa

Aguas del Guadalquivir.
En un tranquilo remanso
sombreado de salgueras
muy cerca de los meandros,
lanzaba su cebo al agua
para pescar unos barbos
la Juez Mercedes Alaya,
que gusta de escabecharlos
pues al ser de carnes sosas
es preferible adobarlos
si quiere hacer la merienda.
con fiscales y abogados,
en la Sala que ella ocupa
en Tribunal Sevillano.
Es una tarde de estío
en sofocante verano
y fluyen, muy mansamente,
las aguas en el remanso;
en el juncal, croan ranas;
en la hierba, salta un sapo
y, en el puntal de la caña,
hay delación de picado
en nerviosas delaciones
que a la Juez van avisando.
La Juez recoge carrete;
la juez sedal va soltando;
un largo tira y afloja
gastan las fuerzas del barbo
que, al final, sale del agua
con anzuelo de bocado.
Desde la orilla contraria
mira Arenas, embobado,
el largo tejemaneje
de la Juez en el remanso.
--“¿Qué ha picado, Merceditas;
Es una trucha o un barbo?”.--
--“¡Coño, si pesqué otro Midas!”.--
--“¿Qué me dices que has pescado?”.--
Preguntó Javier Arenas
que no distinguía el pescado,
acaso por la distancia
o por estar de cegado
por el sol que se ponía
y le cerraba los párpados.
Contestó a Javier Arenas
Mercedes, desde su lado.
--“Esta poza es un vivero
de los Midas Doctorados;
cada vez que lanzo anzuelo
llevo un Midas ennasado
que sofrío y escabecho
en la Sala de Juzgado.
Hoy me llevo , por merienda
con el Fiscal y Abogados,
al Agustín Barberá;
lo freiré en el Juzgado”.--
--“Que disfrutes la merienda”.--
--“Puedes venir de invitado”.--
Se fue Mercedes Alaya
con su Midas ennasado
cuando el sol ya se perdía
en el bosque del ocaso
y las sombras de los chopos
se tendían en el prado.
Desennasó la su pieza
en cuanto llegó al Juzgado
que ya estaba Barberá
incómodo, por doblado.
Con sal “Prevaricación”
salpimentó al doctorado
que no quiso contestar
a lo que estaba imputado.
“Malversación, Falsedad”,
un aliño muy adecuado
a las andanzas del Midas
por sus muchos despilfarros.
Escapa de la sartén
por senderos del callado
el astuto Barberá
que se escaquea callando.
La Juez saca unos papeles
y pregunta al imputado:
--Son cuatrocientos sesenta
más otros ocho, sumados,
los millones que aquí constan
en folios que tengo a mano.
¿Qué hizo con tantos millones?”.--
--“Se me dieron pa gastarlos
y los gasté en subvenciones
para amigos y allegados”.--
--“¿Por qué repartió entre amigos?”.--
--“No iba yo a dorar a extraños;
si hay que ayudar a los prójimos,
primero los más cercanos;
pues un Midas, que se precie,
mira do pone sus manos;
ya que el oro es muy goloso,
primero para el hermano
que es quien más te lo agradece
cuando le posas la mano”.--
--“O sea, saltó las leyes
y actuó en plan arbitrario.
Se supone que el dinero
era pa crear trabajo”.--
--“¿Qué me dice, Señoría?...
Me dijeron lo contrario;
el trabajo es un castigo.
o séase, un gran coñazo.
Mi Jefe, que de eso entiende,
me dijo que los parados
en Andalucía eran pocos
y era preciso aumentarlos;
mas, teniendo siempre en cuenta
dejarles bien situados;
porque un parado, en plan pobre,
es problema de cuidado”.--
La Juez hacía preguntas:
él, respondía callando
y se sumergió en mutismo
sin dar al agua otro palo.
--“Deje ahí su DNI
con el Pasaporte al lado;
no turistee aduanas
y se vaya por lo extraño.
Como usted me cae muy bien,
me visita en el Juzgado
todos los lunes, sin falta,
y entre los dos devanamos
la madeja de los Midas
ya que es asunto liado”.--
Se fue Barberá a su casa;
la Juez se quedó pensando:
“Pasaron los alquimistas,
siglos y siglos, buscando
la “Piedra Filosofal”
y estos Midas la encontraron;
he de volver a pescar
en aguas de ese remanso”.

(León, 2 de Agosto de 2012)

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