En las tierras
extremeñas,
tierras duras
con encinas
que proporcionan
bellotas
a varias razas
porcinas,
pasan cosas
sorprendentes
que, la verdad,
me fascinan.
Parce ser que
profetas
en las tierras
palestinas
vaticinaron, de
antiguo,
(Isaías como
Elías)
que en tierras
de patas negras
una estrella
surgiría
para asombro de
las clases
que hoy las
decimos políticas.
Si es que hay
mujeres muy suyas;
si se ponen de
parida,
suelen alumbrar
estrellas
que son estele
rarísimas;
un solete con
luz propia
y esplendor en
la familia.
Cuando nació la
Mejuto
y lloró por
bulerías,
y no con el
desespero
que suelen la
neo nacidas,
su madre vino a
besarla
y dijo a toda
familia:
--“Es día de
regocijo;
pues he parido
una lista”--
La abuela, que
la escuchó,
cogió en brazos
a la niña;
la miró con
complacencia;
examinó sus
pupilas
y le corrigió a
la madre
que, también,
era su hija:
--“Hija, te
quedas muy corta
que no es lista,
es listísima”.--
Entre besos y
arrumacos
se fue creciendo
la niña
y traía del
colegio
todas las notas
buenísimas.
Aunque ella
sabía todo
al ser, ya
joven, muy lista
se fue
hasta Salamanca
a estudiar la
Medicina.
Tras los cursos
generales
se especializó
en Familia
y, viéndolo como
escaso,
quiso más
especialista
y fue a realizar
al MIR
la rama de
Cirugía.
La gloria de los
quirófanos
por trabajadora
y lista:
con el bisturí
sajaba;
con la aguja
recosía
a unos, con
punto de cruz;
a otros con una
vainica.
Resultaban un
primor
los trabajos de
María;
todo el mundo la
elogiaba;
mas ella no
presumía
y respondía al
halago:
--“Yo soy
persona sencilla;
no me halague,
pues me sube
el pavo hasta la
barbilla”.--
Después, pasó a
gestionar,
dicen, que con
maestría
de Mérida el
Hospital;
ella lo sub
dirigía
y se hizo
merecedora,
por trabajadora
y lista,
de irse hasta
Almendralejo
donde un
Hospital había,
llamado Tierra
de Barros
y, allí, sí que
dirigía.
Guillermo
Fernández Vara
que la Junta
presidía,
buscando una
estrella excelsa
de ella tuvo
noticia:
--“Dicen que en
Almendralejo
está una doctora
lista
que dirige con
primor
el Hospital. Cosa
fina
su modo de
dirigir
como
experta ejecutiva.
Dicen que está
muy formada
en cosas de
cirugía
y, aunque es un
tanto mandona,
la zagala es guapita”--
Y Vara vino a
nombrarla
Consejera en
Medicina,
que es lo mismo,
pero en corto,
lo que se dice
Ministra.
Allí fue creando
amigos;
los favores
concedía
y así cazaba
“notables”,
como pájaros,
con liga.
Pasaron los
cuatro años
y las urnas
ofrecían
un futurible
dudoso
al Partido
Socialista.
Se recontaron
los votos
y gano Izquierda
Unida,
pues con sus
tres Diputados
salió bisagra o
manija.
Hubo dimes y
diretes;
hubo acuerdos y
porfías;
hubo varios
contubernios;
los zurdos no
decidían
si adosarse a la
Derecha
o a los menos
Progresistas.
Florecieron los
rencores
por las antiguas
paridas
que, antes,
habían sufrido
de los mismos
socialistas
que ahora pedían
su apoyo
para no irse de
salida;
así que dieron
su apoyo
a Monago y a su
lista.
Por eso, a
última hora,
la Mejuto, que
era lista,
se preparó un
buen futuro
y convocó, muy
deprisa,
antes de dejar
el puesto,
pues le quedaban
dos días,
una plaza
cojonuda
para ganarla
ella misma.
¿Confeccionó el
cuestionario?
¿Preguntas
dificilísimas?
De momento
fueron muchas;
ciento cincuenta
y distintas;
algunas
inteligibles
y otras con muy
mala chicha.
Al tener tantos
amigos
en rama de
Medicina,
se montó un
tribunal,
precisamente, a
medida;
amigo y subordinado
el tribunal
presidía.
Ciento cincuenta
preguntas;
ella todas las
sabía
y ya, puesta a
contestar,
ella contestó
toditas;
sin andarse con
rodeos
las contestó de
corrida.
Dicen los
maledicentes
que las
preguntas sabía;
es posible que
respuestas
se las llevase
ya escritas.
El Presidente y
amigo
le vino a hacer
rebajita
de un cero
sesenta y siete,
porque el diez
ya cantaría
manejos
inconfesables
para hacerla
superlista.
Pero ella protestó
porque todo lo
sabía
y era un Suma
cum Laude
lo que ella
merecía.
A tres sesenta quedó
el segundo en
seguirla.
La Mejuto cogió
el chollo,
como seguro de
vida,
y la justicia
quedó,
otra vez, más
que jodida.
Seis millones de
parados;
los chollos en
carestía;
por eso se
inventó el suyo
para el resto de
su vida
la Consejera
Mejuto
y demostró ser
listísima.
(Madrid,
3 de Febrero de 2014)
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