domingo, 28 de agosto de 2011

ROMANCE DE JOAQUÍN RIPOLL

Los días tontos continuaban cayéndome con una rutina persistente, que ya quisiera yo para las pedreas de la Lotería que no aparecen desde hace luengos años; de los premios importantes ni hablamos porque los desconozco. Siempre tocan a un desconocido en lugares lejanos. ¿Será verdad que se llegan a cobrar?  No tengo ninguna constancia.
El asunto de la lotería siempre me ha superado y nunca acierto a colocar los números que van a salir en el sorteo, ni a elegir los décimos. Es que soy un verdadero negado. A lo mejor  es cosa de un “contubernio judeo masónico comunista”, como los que barruntaba Don Claudio en sus buenos tiempos de “Claudillo de España por la Gracia de Dios”. (¡Coño, con un padrino así, cualquiera!)
Mi padrino de pila, un tal Manolo, que vino a trabajar a las minas de mi pueblo, por aquel entonces (que era un entonces pero que muy jodido por lo de la Guerra, no por otra cosa ) y procedía de las tierras portuguesas, para trabajar en la mina y hacerse amigo de “tintos” de mi padre, nunca tuvo los posibles del padrino de Don Claudio y así me ha lucido el pelo (ni Consejero de Estado, siquiera, que no es mal momio) y ahora me luce menos por lo de la alopecia, que parece ser que tiene que ver con el paso de los años.
--¿Qué elucubras, Eloy? –Vino a decirme Gaudioso surgiendo de mi subconsciente, así, como de pronto.
--Hola, Gaudioso; estaba pensando en lo negado que soy con la Lotería.
--La Lotería es cosa de suerte, no de saber o no saber. ¿Te acuerdas de Gavino, aquel muchachote de Valladolid, que escardaba remolachas?
--Claro que me acuerdo: acertó los catorce de la quiniela y cobró un buen puñado de millones de aquellas pesetas de entonces.
--Pues, ya ves, Eloy; era un verdadero modorro y se limitó a tirar unos dados en el bar y a apuntar lo de 1, X, 2, y acertó.
--Gavino, me consta que cobró, se habló mucho de caso, en aquellos días, se fue muy rico a la Mili y le resultó mas llevadera. Pero tú recuerdas, Gaudioso, a alguien más que haya cobrado premios importantes?
--¡Coño, Eloy, claro que me acuerdo!
--¿A quién?
--Pues, sin ir más lejos, a Carlos Fabra; le tocaban los premios en cadena. Le venían los millones como traídos por una correa de trasmisión.
--Ese Fabra…¿No era el Presidente de la Diputación de Castellón?
--El mismo. Lo fue hasta lo del 22M. Ése sí que tenía potra con los Lotería; Estaba abonado, precisamente, al número afortunado en numerosos sorteos.
--¿Fueron muchos los sorteos?
--Hasta que se aburrió; al final, le resultaba cansino ir a cobrar.
-- ¿Estás seguro de que era ciencia o potra?
--¡Vete tú a saber, Eloy!
--¿No tendría algo que ver su cargo?
--¡Qué va! Es un Servidor de lo Público honrado.
--¿Según quién?
--Según su propia familia, que son personas de plena confianza.
--De plena confianza… ¿Para quién?
-- Pues para él, que es la persona interesado. Que desconfiado eres, Eloy.
--Pues de Ripoll, el Presidente de la de Alicante, se están diciendo muchas cosas esta temporada y es del mismo Partido.
--Habladurías, Eloy; como es de derechas, las lenguas socialistas, sobre todo la de Ángel Luna, que le tiene manía, como a los trajes de Camps. Pero, por si acaso, ¿por qué no investigas un poco; no es por desconfianza, en principio, es por entretenernos y ver qué sale.
--A lo mejor, sale un romance. Husmearé por ahí y veremos que encuentro.
--Adiós, Eloy, me retiro al útero de la estantería.
--Adiós, Gaudioso, hasta otra.
--Y… ¿por qué no hasta otro?
--Por lo de Leire Pajín, ya sabes.


ROMANCE DE RIPOLL



Fue cabalgando, Ripoll,
a lomos de yegua blanca,
por la Vega, Vega, Vega,
pero no la de Granada
como el moro del romance;
se fue por la Vega Baja
que comprende varias villas
y en Orihuela remata.
Es una vega feraz
que da cosechas a manta
y, al fondo, vio un carrizal
que produce cardo y malvas;
cardos había variados
pues son de familia amplia:
borriqueros, corredores,
santos, marianos en grana,
estrellados, cabezudos
y lecheros, que desangran
en una leche pastosa,
pegajosa leche blanca.
Otras plantas allí había
de la familia malvácea
que, por cierto y con rigor,
las había en abundancia:
malvas rosas, malvas reales
y, también, las locas malvas.
Este terreno encontró
Ripoll en su cabalgada
y calculó un cosechón
entre los cardos y malvas.
Encontró una pastorcilla
pastoreando sus cabras
y se apeó, lentamente,
del lomo de yegua blanca.
--Dime, dime, pastorcita,
tú, que apacientas las cabras,
¿de quién es este terreno?
¿ De quién son estas hectáreas ¿
--  Son de Don Ángel Fenoll,
rico forrado de pasta,
las compró por veinte euros
hace, apenas, dos semanas.
Pensó Ripoll que allí había
un montón de pasta gansa
sólo con sembrar basuras
de toda la Vega Baja.
Volvió a Alicante Ripoll,
cabalgando yegua blanca.

Se llama Diputación
la famosa yegua blanca
que la ha montado Ripoll
desde que fuese potranca.
Con ella ganó los Derby
más duros de la comarca;
también ganaba torneos,
el más famoso “apalanca
cuanto puedas”, que la vida
ha de ser feliz y larga,
disfrutando de los goces
que  están a salto de mata.
Por eso, Joaquín Ripoll,
no deja su yegua blanca
aunque relinche y cocee,
aunque se alce de patas,
aunque le muerda la mano
cuando quiere aparejarla;
fue regalo de un amigo
llamado Eduardo Zaplana
y el regalo de un amigo
siempre se lleva en el alma.
Tiene, la yegua, en sus crines
un lazo que la engalana,
lazo llamado “cohecho”
que ata crin y pasta gansa.
Lleva un signo cabalístico
Diputación en el anca
“negociaciones prohibidas”
como hierro de la cuadra,
y es una fuente de euros
si se sabe interpretarla.
“El tráfico de influencias
lo lleva entre las quijadas,
produce un tanto por ciento
de la operación tratada.
Los ijares son los fraudes
que pueden llenar las arcas
si los sabes acuciar
con las espuelas de plata.
“Revelación de secretos”
en los ollares acampa
y es la llave que abre puertas,
que pueden estar cerradas
por ignorancia de planes
de obras de buena sustancia.

Con Ortiz y con Fenoll
fue Ripoll de cuchipanda:
devoraron bogavantes,
unas gruesas de cigalas,
corderos y cochinillos
y una crema catalana.
Con los licores tramaron
una concesión con trampa
para llevar las basuras,
cosas que el pueblo rechaza,
con los camiones de Ortiz
al carrizal de las malvas.
El precio será por kilos,
a tanto la tonelada
y habrá comisión Ripoll
por las mismas transportadas.
Como ningún ciudadano
pesa las cosas tiradas,
por cada trescientos kilos
facturan tres toneladas.
El negocio es cojonudo,
es un chollo, es una ganga,
es un fraude como un pino
y un robo como una casa.
A Ripoll, en unos meses,
le reventaron las arcas.
Dos pisos por un millón
más trescientos mil del ala
no los gana un presidente
en un mes y tres semanas.
Esta yegua es una mina
que todos los Derby gana;
pero lleva ostentación
esta yegua en las entrañas
ya que pastando basuras
da cagajones de plata.

Margarita de la Vega,
que le calienta la cama
al presi Joaquín Ripoll,
se creyó mujer de sátrapa
y empezó vida de lujo
de la noche a la mañana:
compra pieles, cueros, sedas,
bolsos, relojes, alhajas.
Viajó tanto en los aviones,
siempre hasta tierras lejanas,
que incluso Ibera la honró
con “piloto honoris causa”;
quiso ser más que la Presley
y  la Duquesa de Alba.
Tanta ostentación no es buena
en capital provinciana
e incitaron a los jueces
para tirar de la manta
y empieza el “caso Brugal”
para Ripoll y su panda.
Nadie entiende que el PP
no le dé la gran patada
en ese lugar pudendo
que se esconde entre las nalgas.

¿Aún tiene tanto poder,
en Alicate, Zaplana?



             (Madrid, 4 de Abril de 2011)

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