ROMANCE DEL “COJO MANTECA”
Como mañana, 14N,
tenemos Huelga General, convocada por los anteriores Vice Presidentes ( IV y V)
del Gobierno del Innombrable, al que juraron fidelidad y complicidad ciegas.
Ahora vienen a protestar porque el
actual Gobierno, que no es de su cuerda, intente reparar la RUINA que ellos
dejaron. Dicen “¡Hasta ahí podemos llegar!; cuando la dejamos así, por algo
sería”, dicen. Respeto y me gustaría que ellos respetasen la NO HUELGA, como yo
respeto su Huelga, aunque sea una dentellada muy importante a nuestro PIB, ya
jodido de por sí. Hoy subo este romance porque no me gustaría volver a ver a
NINGÚN COJO MANTECA DESTRUCTIVO. Tengamos la fiesta en paz, porfa.
En tiempos un tanto antiguos,
con sus cojones a cuestas,
se llegaba, renqueante,
apoyado en sus muletas,
de la ciudad de Vitoria
a tierras de la Meseta
un agitador soberbio
llamado “El Cojo Manteca”.
Experto en las algaradas,
Experto en las algaradas,
virtuoso en soltar leña,
un rompedor de cabinas
al golpe de sus muletas,
con un contrato en el bolso
de unos miles de pesetas.
Era un tipo peculiar:
poca cosa, mala jeta,
esmirriado, que se dice;
pero, armado de muletas
era un corzo por Gran Vía:
zigzagueante centella
que golpeaba las lunas
comerciales, todas ellas,
fuesen Bancos de renombre
o fuesen humildes tiendas;
a cabinas telefónicas
las tenía tal querencia
que de ellas solo dejaba
astillas tras sus muletas.
Era un Atila, en canijo;
pisaba y quemaba hierba;
en los Jardines del Prado
pisaba “El Cojo Manteca”
y quedaban de erial
hasta nueva primavera.
El “Atila Cojitranco”,
General en las contiendas,
iba arrastrando las masas
con su furia virulenta
contra el cordón policial,
que esperaba con paciencia;
era, tal Vargas Machuca
en blandiendo sus muletas:
con una, arrancaba cascos;
con otra, rompía cabezas
y las masas, excitadas,
tras él, declaraban guerra
lanzando vallas, ladrillos,
adoquines, gordas piedras
y algún bate improvisado
muy bueno pa quebrar testas.
No había manifestación,
movimientos o protestas
que no empezasen pacíficos,
hasta que “El Cojo Manteca”
ululaba entre el gentío
y, enarbolando muletas,
armaba el pifostio padre
y comenzaba una guerra.
Hace años que allá, en
Vitoria,
feneció “El Cojo Manteca”;
un entierro acojonante
le llevó a la otra ladera
donde, dicen, que el muchacho
no necesita muletas;
ni hay manifestaciones,
ni hay barullos, ni hay
huelgas;
solo, una paz eternal
en eternidad eterna.
Ahora hay manifestaciones
populosas y muy buenas:
las hay de gente enfadada,
de médicos, de enfermeras,
de funcionarios mermados,
de los maestros de escuela,
de Sindicatos voceros
que protestan por la merma
de los miles de millones
que chupaban, por las buenas.
Por una cosa o por otra
España se manifiesta
y, aunque costaba dinero,
no estando “El Cojo Manteca”,
se recurre a los okupas
para repartir la leña,
pues son gentes disconformes
o gentes antisistema
que en el Veinticinco Eme,
cuando “El Ruba” permitiera
montar la haimas en Sol,
adquirieron prepotencia;
hoy no hay manifestación
donde no entren, de fieras
encapuchadas, con bates
pa armar “La Marimorena”.
Montan un pifostio padre,
si la marcha va serena,
y, en un santiamén, encienden
una peliaguda guerra
contra el Derecho, que piden,
saltándose las barreras;
pegan a los “putos guardias”
porque son “polis de mierda”
que pretenden poner orden
así, sin más, por las buenas.
Viene a ser, en cada caso,
de heridos media centena:
la una mitad, de guardias;
de paisanos, la otra media;
unos treinta protestones
esposados a las celdas.
Luego, Santiago Pedraz
que es un Juez, justo a la
izquierda,
echa la culpa a los guardias
y a los predadores, puerta;
que está la calle tranquila
y es preciso enfebrecerla.
Son los “Derechos Civiles”
cuando manda la Derecha.
(Calpe, 7 de Octubre de 2012)
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