ROMANCE DE “LA GALANTERÍA”
A Ana Belén Aparicio Gómez
y a todas mis maravillosas
amigas de Facebook
Ana Belén Aparicio me ha hecho una pregunta y una petición: “¿Qué era
la “Galantería? ¿Fue una especie extinguida? Por más que la busco, nadie ha
podido demostrarme indicios de su existencia. Si la conociste, Eloy, dime como
era, porfa; y así, si un día aparece en cualquier recoveco social, yo pueda reconocerla.
Deprisa y corriendo, he escrito este
Romance que la dedico con cariño y hago
extensiva la dedicación a todas mis amigas; de ese modo, si algún día aparece,
de improviso, podréis reconocerla. Fue virtud, que mereció la pena en el trato
social. Todas sois libres de leer, compartir, imprimir y estudiar; a lo mejor,
por un casual, algún día, alguien la resucita y podríamos hacer costumbre de
uso diario. Sería hermoso.
Me dice Ana Belén
que hoy la “Galantería”
parece haberse exiliado;
quiere que de ella escriba
porque aprendan los muchachos
que usan “camaradería”:
trato confiado y basto,
como enervante sin tila,
pero carente de encanto
para relaciones íntimas
donde ensueño cuenta más
que la alocada caricia.
El vuelo de mariposas
que, antes, las damas sentían
al calor de unas palabras
preñadas de fantasía,
que subían dulces llamas
a las rosadas mejillas,
hoy no disfrutan las damas,
pues dicen que no se estilan,
que toda palabra dulce
viene a ser cursilería.
Nos hemos vuelto “gañanes”
carentes de fantasía
y hemos perdido el respeto
que a las damas se tenía,
cual paraísos de sueños,
en épocas muy distintas.
Comprobamos que “Igualdad”
que vino a imponer Pajina,
con la Aído y la Jiménez
y las hordas feministas,
asolaron la dulzura
porque eran progresistas,
al ser propio del progreso
lo burdo y la grosería
y sembraron de aridez
las flores más exquisitas:
el respeto en el amor,
el pudor en la caricia,
las palabras con sus mieles,
cuando palabra es poesía
cargada de sentimientos,
que viene a ser sinfonía
regante sobre las almas
de flores de fantasía;
flor emergente de arrobo
con que encienden las
mejillas.
Si nos vamos a Edad Media
que fue una época antigua
donde brutos del carajo
que luchaban con inquina
a mandobles y lanzazos
y se sacaban las tripas,
volvianse unos donceles
de educación exquisita
en presencia de la Damas;
las Damas eran ermitas
donde el Doncel les rezaba
sus plegarias más sentidas
como a Ángeles del Cielo,
como heredades divinas
que donó la Providencia
para que fuesen queridas,
amadas y respetadas,
fuentes de hijos e hijas.
En el entonces, remoto,
los trovadores seguían
senderos hasta castillos
con alforjas de poesía
por despertar en Doncellas
los sueños y fantasías;
mientras, un Doncel de Corte
sobre mano blanca y fina
sembraba el amor de un beso
que en el alma florecía.
Eran los tiempos antiguos
de honor y “Galantería”.
Fueron pasando las siglos;
fueron cambiando las vidas
y, con el Romanticismo,
regresó la fantasía
de amor, no correspondido,
y las estrofas dolidas;
cuando un amor rechazado
venía a crear suicidas.
Extremo de galanteo
ofrecer la propia vida:
ellos, morían de un tiro;
ellas, morían de tísicas;
la Dama de las Camelias
murió como rosa herida.
Solo pretendo enseñar
a “Mostrencos” de estos días
lo que yo vine a aprender
madurándome en la vida:
que no hay norma más correcta
que usar la “Galantería”;
ya que es virtud en el hombre
pues implica pleitesía:
reverente acatamiento
que termina en “Cortesía”;
una flor, un beso en mano,
un requiebro, una sonrisa,
un mirar con limpios ojos
y ver estrellas que brillan
en los ojos de la Dama,
un poner miel en la voz,
un decir “Gacela Mía”,
poniendo sobre su oído
el calor de la poesía.
A una mujer haces Dama
(“Modorro”, que sí se estila)
dejad en casa el choteo
y usad la “Galantería”.
Demuestra tu educación;
recita palabras finas;
sé Garcilaso, en Toledo;
en Valladolid, Zorrilla;
y sé Manrique, en Las Navas;
y sé Bécquer, en Sevilla;
pues nunca se gana un cuerpo
si el alma no está encendida
por dulces besos de amor
y la voluntad rendida.
Modorros del XXI,
dejad “camaradería”
y ser tiernos con las Damas:
usad la “Galantería”;
será relación más bella;
correspondencia, distinta.
Pero del Romanticismo
evitad manía suicida;
ya que fue una cosa tonta
de pasión mal entendida.
(Calpe, 10 de Noviembre de 2012)
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