Cabalgaba
San Martín
en un tarde muy
fría
por culpa del
ventarrón
y la nieve que
caía.
Vino a encontrar
un mendigo,
de esos de toda
la vida,
que arropaba con
un trapo
la punta de la
barriga;
algunos, dicen
sus partes;
otros, la dicen
la higa
y, si fofa y
diminuta,
se conoce por
pilila;
aunque algunos
ilustrados
vienen a
llamarla minga.
Dice una ley
natural:
“si la nieve te
fustiga,
de no ir bien
abrigado,
todo el cuerpo
te tirita”;
que es lo que
hacía el mendigo
en aquella tarde
fría.
Se
compadeció Martín
y se apeó de la
silla
y, en quitándose
la capa,
con su espada la
partía.
--“Cúbrete
entero, mi hermano;
que, por la
Virgen María,
yo no he de ir
embozado
viéndote como
tiritas”--.
La capa le dio
un calor
que el mendigo
agradecía
y, se dice, que
en el cielo
los ángeles
aplaudían.
No la reclamó en
verano;
San Martín la
concedía
a título de
regalo
y el regalo es
de por vida.
A Esto llaman
caridad
y sobra en
Andalucía.
Lo mismo que San
Martín,
pero con más
demasía
ya que no
precisa capa
ni precisa tarde
fría,
al pariente y al
amigo,
a los socios
progresistas,
a los primos
sindicales
y a las empresas
amigas
viene a cubrir los
riñones
la Junta de
Andalucía.
Para erradicar
el paro
que era la
vergüenza misma,
en la tierra que
presume
de social y
progresista,
el gobierno de
Bruselas
muchos millones
envía
para formar los
parados
en un puesto de
trabajo
que les venga a
la medida.
Como un nuevo
San Martín
o, acaso, como
un Rey Midas,
Antonio Ávila
dora
muchas empresas
amigas,
que enseñar al
que no sabe
es obra
caritativa.
Se han dado
tantos millones
que no hay quien
siga la pista
por ver si se
dieron cursos
con tan ingentes
partidas
a los vivientes
parados
o a las gentes
fenecidas.
Se pedían
subvenciones
y, cuando eran
recibidas,
se daban de alta
empresas
que cerraban en
tres días
y, si te vi no
me acuerdo.
--“Ahora, que la
pasta es mía,
vuelvo a montar otro centro
pa otra subvención
distinta”--.
Y vuelve la
burra al trigo;
y vuelve a
llegar la guita
porque Antonio
Ávila es
un San Martín o
un Rey Midas
que, en cuanto
toca a un amigo,
le dora riñón y
tripa.
A su amigo, ex
Consejero
de hacienda de
Andalucía,
que había tejido
una red
para pescar las
partidas,
lo mismo que el
pescador
pesca en el mar
las sardinas,
porque quiso y
porque pudo
exonerar sin
medida,
más de diez y
ocho millones
de subvenciones
distintas
le exoneró, por
la buenas,
y porque era
progresista.
Al no querer despertar
entre los otros
la envidia,
exoneró a
Sindicatos,
dos mil empresas
distintas,
también a
Diputaciones
en manos de
socialistas,
lo mismo que
Ayuntamientos;
porque en
Andalucía
enseñaba todo
cristo
aunque allí
nadie aprendía;
si acaso,
algunos difuntos;
de hacerlo, cien
premios Nobel
hoy, por lo
menos, tendrían,
justificando
ante el pueblo
lo acorde de la
amnistía.
Pero el paro es
portentoso,
vergonzante, a
simple vista;
pero, como está
implicado
el par de Susana
Díaz,
el que calienta
la cama,
con gusto en las
noches frías,
su transparencia
se va
al carajo cada
día,
mientras en su
soledad
va escardando
Merceditas
la mala hierba,
abundante,
que alimentó
Andalucía.
Pero, aún siguen
en el momio
Chaves, Griñán y
Zarrías,
los padres del
gran desfalco
y en el Supremo
confían
les vistan con
la inocencia
que en sus
acciones perdían,
alimentando
ladrones
y haciendo gorda
la vista;
al fin y al cabo,
eran todos
miembros de la
gran familia.
¿Veremos, alguna
vez,
hacer justicia a
Justicia?
(Madrid, 26 de Agosto de 2014)
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