Aquella
España, de antes,
cuando
llovía el dinero;
cuando
la soga europea
nos
sacaba del averno
de esa
pobreza, blandengue,
que es
la escasez del dinero
y nos
upaba hasta Europa,
sacándonos
del tercero
que es
mundo, si no en penuria,
mundo de
“quiero y no puedo”,
mundo de
arrebata capas
y de
Hidalgos pordioseros,
surgieron
nuevos productos
en el
campo chacinero.
Fue un
cambio, dicen, brutal.
Pues
vimos cómo, primero
montamos
la Democracia,
tras un
magnífico entierro,
y
surgieron, bote pronto,
bajo los
cantos roderos
políticos
pa aburrir:
unos,
llegaron en cueros;
otros,
vestidos de pana;
otros,
pegados al suegro;
otros,
sin saber de escuela;
otros,
que no hacen ceros
ni
ayudados por canuto,
pero
llegaron primero
a las
Sedes de un Partido
y, allí,
ocuparon un puesto.
Alguno
entró de Botones
pa pegar
sobres y sellos,
para
acarrear carteles
de
mítines por los pueblos
y hacer
recados al jefe
que es
un asunto de mérito.
Algunos
de ellos llegaron
huidos
de los colegios
al
descubrir que el saber
lleva
implícito el esfuerzo
de
estrujarse la mollera
pa
sembrar en el cerebro.
El
trabajo, a estas personas
suele
resultar alérgico:
les
produce sarpullido,
calentón
en el cerebro,
calambres
en los riñones
y, en el
alma, desaliento.
Así
huyeron del trabajo
y
buscaron su sustento
en las
Sedes de Partidos;
pues,
aunque entraran ciegos,
tenían
la gran ventaja
de
encontrarse jefes tuertos;
y ya,
dentro de las Sedes,
con los
sus carnés de estreno
empezaron
a soñar
con la
escalada de puestos.
Los
coparon a codazos,
pisando
a los compañeros,
con
puñaladas traperas,
destapando
algún secreto,
aplaudiendo
a los ya altos
y
limpiándoles traseros,
hasta
que en las listas propias
ocupaban
buenos puestos
y
conseguían escaños
con los
votos de los lelos,
colegas
y familiares,
gentes
de comarca y pueblo;
ilusos,
que se esperaban,
aun
sabiéndole “mostrenco”,
les
consiguiese ventajas
para la
comarca y pueblo:
tren de
alta velocidad,
autopistas,
aeropuertos,
buenos
polideportivos,
y
subvención de festejos.
Después
viene el desengaño,
pues, al
ser analfabetos.
ven al
portavoz y pulsan
lo que ordena,
con el dedo.
Caso
abracadabrante
resultó
el de Zapatero:
Diputado
por León
que sesteó
en Parlamento
durante
un montón de años
hasta
encallecer el dedo;
no dijo “oste
ni moste”;
de tonto
no enseñó el pelo,
pues al
tonto se descubre
a fuerza
de parloteo.
Se
presentaron Primarias.
Convenciones,
en secreto,
en casa
de la Jiménez
pa poner
un Líder nuevo:
cruasanes,
los cafelitos
y
desinaron al Lelo
porque
temían que Bono
pudiese
rasurar pelos
y
pretendían melenas
de
prebendas y prebendos,
si
sacaban candidato
al
mudito jovenzuelo;
pa el
manejo del “pelele”
tendrían
los hilos ellos.
Lo que
sucedió después
fue
verlo para creerlo:
tras el
brutal atentado
de moros
dinamiteros,
vino a
llegar a Moncloa,
do
estableció el campamento
para
dirigir sus huestes
a un
descalabro tremendo,
(si
pones una pistola
entre
las manos de un necio,
sigue
pistola en pistola
y
peligrosa en un memo).
España
en la puta ruina;
mantenedores,
en puestos
rentables,
sin palo al agua
y con
grandes rendimientos;
bien
colocados los suyos,
él al
Consejo del Reino,
do
seguirá sesteando
como fizo
en el Congreso.
Nos
dice, como disculpa:
--“Era mi primer empleo”.—
Con esta
Partidocracia
que regalaron al
pueblo
se nos fue la
Democracia
por extraños
recovecos
al “quinto pino”,
unos dicen;
y otros dicen: “se
fue al cuerno”.
La verdad es que,
si buscas
un Catedrático
entero
en las Sedes de
Partidos,
solo encontrarás
mostrencos
que huyeron de los
estudios
porque implicaban esfuerzo.
La
puñetera verdad:
“Votamos;
pues no quejemos”.
(Madrid,
19 de Diciembre de 2012)
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