Antonio moral
Santín,
cofundador
comunista
que tuvo doctrina,
a pachas,
con el gran Don Julio Anguita,
anduvo un tiempo
a lo pobre
porque IU
requería
parquedad en
patrimonio
y la honradez a
la vista;
por eso Moral
Santín
no nos dejó
muchas pistas
de sus gustos
personales
en su maratón
con Visa
y, sin embargo,
llegó
segundo con
mucha prisa
pisándole los
talones
a Barcoj;
segundo en lista
de puntos
cumulados
y, así, la plata
conquista,
dejando atrás a
Morado
que ya morado
venía
con la espuma
sobre el belfo
y rotas las
zapatillas.
Vicepresidente
en Caja
por dotes
competitivas;
siempre pegado a
Barcoj
y a Blesa que le
seguía
realizó la
maratón,
pero dejó pocas
pistas
al pasar metas
volantes
en los controles
de Visa.
Santín corría en
plan zorro
y las rutas que
seguía
vienen ser una incógnita
porque a él le
convenía.
Fichaba en
Zalacaín;
varias veces
repetía
paso por este
control;
acaso hambre
tendría
y, amante de
buena mesa,
vino a cogerle
manía.
Pasó control en
Los Remos
y aquí también
repetía;
puede le guste
el marisco
como a los
sindicalistas
o como a mí, que
me privo
por no tener
negra Visa.
Fichaba en los
Paradores
porque, de
verdad, le privan
monumentos que
conservan
las
construcciones antiguas
con retazos de
la historia
que fueron la
historia misma:
monasterios, ya
sin frailes,
conventos sin
abadía,
palacios de
antiguos nobles,
donde sus
fiestas hacían
y castillos
almenados
en las ariscas
colinas
donde, unas
veces, los moros
de cristianos
defendían
y, otras, se
defendieron cristianos
de fieras
huestes moriscas.
Los hoteles con
historia
al buen Santín
atraían,
acaso, por los
doseles
de las camas
comodísimas.
Vino a correr
los diez años
y era la
constancia misma,
pues venía a
repostar,
cada dos, cada
tres días,
chupetones
regulares
de trescientos
con su Visa
en ubérrimos
cajeros
que Caja y
Bankia tenían.
Corría, como a
lo puta,
o séase, a
escondidas
de tenaces
paparachis
o curiosos
periodistas
que, en las
metas volantes,
andaban buscando
pistas;
podrían
descubrir gustos
para prensa
deportiva.
Como Santín es
muy suyo,
cosa rara en
comunista,
lo mismo que
Juan Palomo,
lo guisaba y lo
comía.
Con el paso de
los años,
como el IPC
subía,
él subió a
cuatrocientos
los chupetones
con Visa.
Más tarde, ya
por inercia,
el chupetón
aumentaría
hasta los
seiscientos euros
porque a él más
le cundían.
Pero, a lo tonto
a lo tonto
y mondándose de
risa,
en su maratón
secreto
vino a cargar a
su Visa
cuatrocientos
cincuenta y seis
más quinientos
de propina.
Los puntos
acumulados
cuando él pisó
la cinta
fue cantidad
suficiente
para una plata
prístina,
que es la que
gana el segundo
porque ha
corrido deprisa.
Cuando Santín
subió al podio
todo el mundo le
aplaudía,
reconociendo el
esfuerzo
muy raro en un
comunista.
Al final,
formaron podio
tres soberbios
deportistas:
Barcoj, Santín y
Morado
que, en maratón
tan larguísima,
consiguieron
pagar todo
tan solo usando
su Visa.
Loor los vencedores
que son de
pobres la envidia.
Yo, a hombres
tan esforzados
la cárcel
regalaría,
con pecados
confesados
y con las huchas
vacías;
pues la pasta y
la conciencia
no son buena
compañía.
(Calpe, 28 de Octubre de 2014)
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