En la crisis
anterior
cuando creció la
pobreza
y abundaban los
desahucios
de impagadores
de renta,
acosados por el
paro
y la aridez de
la mesa,
vino a ocupar
decanato
la juez Manuela
Carmena.
Era una mujer
activa
sin sentimiento
a las penas
de familias
sufridoras
que a la luna de
valencia
quedaban con sus
enseres,
sus angustias y
tristezas.
Un juez juzgaba
los casos
y alargaba las
sentencias,
por años, hasta
cumplirse
las dolorosas
condenas;
acaso, por
compasión
o, simplemente,
pereza.
En tiempos del
Gonzalato
ya había
predicho Guerra:
--“La madre que
la parió
no conocerá esta
tierra;
pues
progresaremos tanto
que alcanzaremos
riqueza”--.
Y vaya si la
alcanzaron
políticas
parentelas
que llegaron con
la pana
y llenaron las
maletas
con los millones
del Pueblo
y abrieron
cuentas secretas
en lejanos
paraísos
por ser santas
las pesetas.
Al final robaron
tantos
que España se fue
a la quiebra:
se arruinaban
las industrias;
se cerraban las
empresas;
el curro se fue
al carajo
y el paro hasta
las estrellas.
Así, en estas
circunstancias,
alcanzamos la
pobreza,
se inventaron
los impagos
y todo acababa
en deuda.
Al surgir tantos
morosos,
muchos caseros
se quejan
y acuden a los
juzgados
para poner sus
querellas;
las denuncias
duermen años
en cajones de
las mesas
y, un buen día,
el juez decide
ir aplicando
sentencias
que pasan al
Decanato
a dormir sus
largas siestas.
El año noventa y
tres
subió a Decana
Carmena;
las sentencias
apiladas
sumaban las
setecientas
y la única
comisión
nos parió una
docena
y puso al frente
de todas
a su amiga Marta
Higueras
que ejecutaba en
diez días
las judiciales
sentencias.
--“Todos a la
puta calle;
se acabó la
picaresca”--.
En tres meses
puso al día
las pendientes
setecientas
aumentando los
desahucios
sin dolores de
conciencia.
Lloraban los
desahuciados;
se enorgullecía
Higueras;
y fue
productividad
el orgullo de
Carmena
que, bautizando
al impago,
denominó
“picaresca”.
Ni Darwin
imaginó
evolución tan
tremenda:
decana
desahuciadora
a anti desahucio
alcaldesa.
Aquello que era
justicia
es crimen y
delincuencia
y ángeles
protectores
son Higueras y
Carmena.
Impedirán que
familias
a la luna de
Valencia
pernocten con
sus enseres,
sus quebrantos y
tristezas,
pues son
derechos humanos
las casas,
aunque se deban.
Ni la una ni la
otra
aquellos tiempos
recuerdan
y, si la prensa
pregunta,
las dos, a coro,
lo niegan
y lo definen
infundio
porque ninguna
recuerda.
Entonces era
Decana
y la ejecutora
Higueras;
hoy la una es
Concejala
y la otra es
Alcaldesa.
No reconocen su
historia
ni admiten las
penitencias
por los pecados
de entonces
pues carecen de
conciencia.
Diciéndose anti
desahucios
han conseguido
la teta
del erario de
Madrid
porque hoy son
lideresas
y maman a dos
carrillos
porque las ubres
les tientan.
Prometieron que
sus sueldos
bajarían con
presteza
y ahora dicen:
--“Amos, anda!
solo eran
sugerencias;
no hay programa
de partido;
por lo tanto, no
hay promesas”--.
¡Coño con la
desmemoria
convertida en
desvergüenza!
Como votaron
incautos,
ellas cogieron
la teta.
(Madrid, 1 de Agosto de 2015)